Ana Belén Santos

Mejor Templado

Ana Belén Santos


Mutuas

12/10/2024

Carlota es técnica de mantenimiento en una fábrica, lo es desde hace muchos años y siempre fue contenta a trabajar, es su carácter. Tiene 63 años así que acaricia ya la jubilación con la mano, pero un cambio en la gestión de la empresa la ha llevado a la desesperación más absoluta por culpa de desprecios, palabras ruines…todo tan mal que Carlota empezó a no poder conciliar el sueño, a estar nerviosa y alterada todo el día hasta que pasó lo inevitable, un grito fue el desencadenante de un ataque de ansiedad que ella pensó que era un infarto, pensó que se moría. En urgencias la tranquilizaron, era una crisis de ansiedad así que la recomendaron ir a su médico de familia para que pautara tratamiento. Y así lo hizo, su médico la recetó varios medicamentos y le dio una baja para que comenzara a curar, los propios médicos aseguran que en casos como estos, pautar reposo y alejarse del lugar que te provoca ese daño, es lo mejor. 
A los pocos días la llamaron de la mutua de la empresa, ella fue solícita, pensó que la iban a ayudar. Lo que no sabía era que esas empresas colaboradoras de la seguridad social son monstruos de acero, a los dos días le enviaron un mensaje que decía que instaban a la inspección de la seguridad social a revisar su baja porque según ellos, podía volver a trabajar. 
Su médico de familia le aseguró que era una práctica habitual de las mutuas y que mucho se habla de la salud mental, pero es normal que estas empresas actúen así, asi que también es normal que todo desencadene muchas veces en un resultado fatal. 
No me extraña que los médicos de familia estén hartos porque resulta que cuando dan una incapacidad temporal se enfrentan a toda una odisea en el espacio digna cuanto menos de dar un golpe en la mesa. 
Hay más casos como éste y también cifras que recoge la propia administración. Según el último informe de reclamaciones sobre mutuas colaboradoras con la seguridad social «el número de quejas formuladas en el año 2023 fue superior respecto de las reclamaciones formuladas en 2022, pasando de 15.160 a 17.953». 
En el ranking de mutuas con más reclamaciones están Universal y Fraternidad Muprespa. El mayor incremento en el índice de reclamación según la materia se da en la calidad de las instalaciones que pasa de 0,42 en 2022 al 0,67 en 2023, le sigue la demora en la atención sanitaria que pasa de 1,79 en 2022 al 3,71 en 2023. 
Y hay que tener en cuenta que reclamar no es nada fácil. 
Tirando del hilo de lo que le pasó a Carlota, conocí también a Emma, que tiene cerca de cuarenta y cinco años, lleva sufriendo en el trabajo prácticamente desde el primer día que entró, pero en los últimos tres años este asunto se ha convertido para ella en algo inaguantable. Una de sus jefas hizo todo lo posible por hundirla profesionalmente y lo consiguió. 
Emma pasó de la impotencia a la tristeza más profunda, estuvo así hasta que finalmente, un día de verano, tuvo problemas serios para respirar, se ahogaba. Lo que pasó después fue un diagnóstico de ansiedad generalizada. Su médico le recetó varios medicamentos y también la baja.
Al igual que a Carlota, a los pocos días recibió una llamada de la mutua para la consiguiente cita. Como estaba medicada fue acompañada, no podía conducir por si acaso. Entró nerviosa, se quedó sola porque en ese sitio no le dejaban compañía. La encerraron en una sala de espera con quince personas más, en un espacio reducido, caluroso… Dos horas de espera que casi, me contaba, la matan de desesperación. Finalmente entró en la consulta, un espacio aún más pequeño, sin ventanas, con una «médico» que no levantó la vista del ordenador, no tuvo ningún tipo de empatía con ella. Emma salió de allí con otra crisis, ese día no paró de llorar, pero Emma tiene recursos y descubrió que la persona que le atendió en la mutua, ni siquiera dispone de especialidad, está colegiada como médico general y es curioso, pero en su propio perfil de una red social escribe que sufre ansiedad por problemas con su origen, así que es más increíble aún que fuera tan «borde» con alguien que estaba sufriendo como ella.
La historia de Emma y de Carlota, medicadas y con ansiedad, es la de mucha gente. Citas semanales con su médico, citas recurrentes con la mutua y en este caso, con una lucha más, la de desmontar la crueldad de algunos profesionales que trabajan en esas empresas y que no creen en la salud mental, justo cuando estos días se celebra el día mundial. Hay que cuidar la salud psíquica de los trabajadores, miren sino lo que pasa en el centro de menores del Zambrana, en las empresas de estas dos mujeres o en algún medio de comunicación de cuyo nombre no quiero acordarme.