Nos encogió el corazón a todos, un padre asesinó a sus dos hijos para hacer daño a la madre. Fue José Bretón, hace unos años... Una mente maquiavélica, que ahora quiere seguir haciendo sufrir y parece que lo va a conseguir. Si nada lo para, un libro contará de primera mano lo que pasó entonces.
De nuevo, esta polémica innecesaria, vuelve a ocupar espacio en televisiones con tertulias donde se opina a favor o en contra. Lejos de ser yo una experta de nada, no puedo menos que ponerme en el lugar de la madre de los niños, de Ruth.
Ella sigue siendo madre y siempre lo será y por eso tiene todo el derecho a seguir defendiendo a sus hijos, siempre. Qué nadie se olvide, el dolor nos hace más valientes y estoy segura de que a pesar de ese... dolor horrible que tiene que sentir, no se rendirá. Cerca, lejos, en todas partes, estamos más madres que sostenemos.
No tendría que haber debate y, sin embargo, se está produciendo con argumentos muy razonados tanto a un lado como al otro. La madre de esos pequeños vuelve a vivir un dolor innecesario por culpa de un libro que narra, en boca del asesino, como pasó todo. Una madre que jamás en todo este tiempo, habrá podido disfrutar de nada. No hay derecho a llenarla más de dolor, no hay derecho.
La editorial, Anagrama, en un comunicado, alude a la libertad literaria y a la libertad de expresión. Aseguran además que la intención sólo es presentar al lector, la maldad del asesino. Todo esto después de que Ruth, la madre de los niños, haya tenido que acudir a la justicia para intentar evitar la salida de este libro. Y digo yo - ¿No habría sido mejor preguntar antes a la madre de esas pobres criaturas? Eso hubiera sido lo razonable.
Le estamos pidiendo demasiado esfuerzo a esa madre, es seguro que estará pasándolo muy mal, siempre y desde entonces, y además le pedimos que haga oídos sordos a la publicación de esta obra donde se van a dar a conocer detalles que sólo van a acrecentar el morbo del lector y nada más.
Por encima de todo, según mi criterio, está el respeto por esos niños y por esa madre, no se merece volver a revivir todo aquello y menos que a cada paso que dé pueda escuchar hablar de esto, en la prensa, en la televisión, en las redes sociales...
Muchas personas están poniéndose en la piel de Ruth Ortiz, la primera Patricia Ramírez que sufrió también el asesinato de su hijo. Ella también ha tenido que luchar para evitar la emisión de un documental sobre el caso. Una lucha que le llevó a comparecer en la comisión de interior del Senado, algo que por otro lado no parece que haya servido de mucho.
Ella dice, y yo estoy de acuerdo, que la libertad de expresión o el derecho a la creación literaria, choca de pleno con los derechos fundamentales como este, proteger el honor de esos niños y de esa madre, y también se ha pronunciado así, la fiscalía de Córdoba. Es revictimizar y eso lo entienden también algunas librerías que ya han anunciado que no van a vender ese libro bajo ningún concepto, así que no estaré yo muy equivocada. Hay editores que también han explicado que nunca editarían ese libro, por principios. Y esa es la clave, tener principios.
El autor de la obra, Luisgé Martín, se defiende en todos los foros que puede, también en las redes sociales. Ha querido aclarar que su única intención es «indagar sobre el odio, la brutalidad de la naturaleza humana y la crueldad». También ha recalcado que el libro está escrito con el mayor respeto a las víctimas.
Imaginemos que esto se repite, que cada caso horrible que ha sido noticia en este país, se convierte en un espectáculo, como el caso que vivimos en Valladolid, una niña, Sara, pequeña, de cuatro años, fue asesinada por la pareja de su madre. Un caso horrible, ocurrió hace unos años, donde los servicios sociales no dieron la talla. Esa pequeña fue maltratada y finalmente asesinada y su memoria como la de todos los niños que han muerto así, debe ser honrada por todos.
En estos casos, lo cierto es que está ganando el morbo por encima del respeto a las víctimas y no hay más. Los asesinos no pueden tener voz en ningún foro, nunca.