Ana Belén Santos

Mejor Templado

Ana Belén Santos


Mi lector favorito

18/01/2025

Hace un mes tuvimos que decir adiós de forma inesperada, a una de las personas más maravillosas de este mundo, un hombre generoso, bueno, amable, excelente. Ese señor es, era, mi padre. Un golpe muy fuerte que se afloja un poco por la firme convicción de que sigue entre nosotros de otra manera. Estoy eternamente agradecida a toda la gente que le quiso y que nos lo ha venido demostrando todos estos días. 
Es ahora, cuando sufres algo tan horrible, cuando te das cuenta de verdad de los tipos de personas que hay, los que ya han vivido esto y los que todavía lo ven lejano. Ojalá estuviera todavía en este segundo grupo. Ahora me doy cuenta de que muchas veces no he actuado como debería, estando pendiente de quien ha sufrido como ahora yo sufro y por eso valoro mucho a quienes todavía no conocen esta pérdida y han estado a mi lado. 
Mi padre era, es, el mejor padre que he podido tener, comprensivo y cariñoso, siempre pendiente, muy trabajador, por eso después de llevar jubilado más de quince años, muchos compañeros vinieron a despedirle. Echo de menos cada abrazo que me daba.
En fin, ahora toca vivir este momento que, por supuesto cambia todo, toda la perspectiva de la vida, del mundo, del ser humano. Toca estar más pendiente de mi madre, su eterna pareja. Los dos han vivido un amor increíble, nos han contado tantas veces como se conocieron que yo ya me creo que hasta lo vi. Ver sufrir a una madre es un añadido horrible a todo esto. 
Yo ya sólo sé que he tenido la suerte de tener a un padre excelente y que estos días, aunque ya lo sabía, me he dado cuenta de toda la gran cantidad de gente que le ha querido de verdad, porque mi padre nunca falló a nadie, a lo mejor a él mismo sí, porque pensaba mucho en los demás. Sus últimos años, allá en nuestro pueblo de Salamanca, se los ha pasado disfrutando de sus amigos, pero también ayudando a todos los vecinos, y eso estos días nos lo han dicho muchas, muchas veces. 
Y mientras lloramos la muerte de mi padre, la vida sigue y se hace duro ver como al otro lado de nuestro sufrimiento, todo sigue igual como si nada hubiera pasado, incluso me provoca dolor alguna incomprensión como cuando te preguntan los años de tú padre para valorar si ya era el momento o no, otros no entienden mi dolor porque no tienen al lado a un padre como el mío, pero la mayoría sí, son amables y cariñosos.
Siempre decimos que hay más gente buena que mala y es verdad, yo lo he visto estos días. En esos momentos de dolor absoluto, hemos podido abrazar la generosidad de personas que ya son indispensables en nuestra vida, ya lo eran. Gente buena, generosa, porque mis padres siempre se rodearon de gente así, gente a la que querer. 
Escribo esto sin saber si hago bien o mal porque no es que sea yo muy dada a hablar de mí, y por supuesto sé que mi padre era totalmente contrario a la exhibición pública, pero esta vez no me sale otra cosa. 
Yo estudié periodismo y mi padre quería que estudiara derecho, quizás le tenía que haber hecho caso porque siempre tenía razón. Aun así, siempre estaba pendiente de mi trabajo y era algo que me hacía intentar hacerlo lo mejor posible. Yo creo que ahora me seguirá siguiendo los pasos desde otro lado, pero no estoy segura. Lo que sé es que esa carpeta verde que él tenía, ya no volverá a guardar todo lo que yo escribo. Desde mi primer artículo en un periódico de Salamanca, todo lo guardaba, ya no será así.
Solo una cosa más, si alguien querido fallece, si algún familiar de algún conocido pierde la vida, os pido que acompañéis porque si se valora, si se tiene en cuenta, si se necesita.
A veces pensamos que estas cosas les pasan a otros, pero no, todo nos puede pasar a todos, por eso también hay que disfrutar cada día lo que se pueda y no esperar a que llegue el viernes o no estar triste porque es domingo por la tarde. Cada minuto de vida cuenta y eso también da miedo porque lo que sale de dentro es coger a tú familia y no separarse nunca más, ni siquiera para ir a trabajar, pero la vida no es así, tristemente. 
No tuve fuerzas para escribir nada cuando mi padre falleció, las lágrimas no me hubieran dejado, pero ahora aquí, me atrevo un poco a dejar esta huella para quien siempre me quiso y al que siempre querré, una bellísima persona con los ojos más bonitos del mundo, que tuve, que tengo la suerte de tener como padre. 

ARCHIVADO EN: Salamanca