Aunque parezca increíble hemos superado, aunque no todos sin lesiones, los terceros comicios en poco más de un año. Este maratón electoral debería dar paso necesariamente a que los partidos políticos relajen su maquinaria electoral. Es un momento de retirada a los cuarteles generales y, por tanto, de que los cargos con responsabilidades en administraciones públicas se centren en aplicar los programas que refrendaron los ciudadanos en las urnas.

Sería ingenuo esperar que los que actúan en el ámbito local aprovecharan para pasar, que no aparcar, de los debates nacionales, que se centra en las grandes reformas, a las cosas pequeñas, aquellas que muchas veces se relegan de manera intencionada, e incluso obstinada. No son muchos los que lo reconocen, pero el otro día leía la carta de despedida de un concejal de otra región. El edil reconocía que por encima de los vecinos están muchas veces las  cuestiones partidistas. Esas que lamentaba que, en ocasiones, impiden hacer una política municipal que satisfaga las necesidades de los ciudadanos. Me gustó especialmente que reconocía que se podía hacer poco «porque aquí parece que todo está contemplado, en estudio, en proyecto…». Y lamentaba que las decisiones en los salones de plenos, en ocasiones, han servido para bien poco. «Poco porque hay muchas cosas que cambiar y mejorar. Poco porque hay un sistema anclado en viejos partidos que imposibilitan la agilidad, rapidez, cercanía… poco que, a veces también es mucho».

Un planteamiento que coincide, en parte, con la propuesta de la vallisoletana Miriam González. La fundadora de la organización España Mejor pretende dinamizar la sociedad civil para acabar con el corsé que imponen los partidos políticos y reclamar soluciones a problemas reales. Algo básico, pero  a la vez muy difícil de conseguir. Poner la lupa en las cosas pequeñas ayuda a cambiar la vida de los ciudadanos, esos a los que se interpela en los procesos electorales o los mismos que se utilizan para avalar determinadas decisiones. Esa retórica de las grandes reformas que se escucha en el Congreso y en el Senado, o la de los grandes proyectos que inunda el parlamento regional y los salones de plenos de muchos ayuntamientos, no puede ni debe dar la espalda a lo pequeño. Ejemplos hay tantos que no hay artículos para detallarlos.