Maite Rodríguez Iglesias

PLAZA MAYOR

Maite Rodríguez Iglesias

Periodista


La Seminci pierde pasión

21/06/2024

Canta Serrat que cada loco con su tema y que contra gustos no hay ni puede haber disputas, artefactos, bestias, hombres y mujeres, que cada uno es como es, cada quien es cada cual y baja las escaleras como quiere. No seré yo quien le lleva la contraria al maestro, pero aquí somos muy dados a las controversias, antes y ahora, y las de los logos nos gustan mucho.

El rediseño del escudo del Real Valladolid generó una fractura entre el club y la afición.  Muchos seguidores no es que no compartieran la nueva imagen, es que se negaron a aceptarla. Los argumentos pasionales se imponían a los de cátedra, como los del multipremiado diseñador vallisoletano David Aja, neutral en la polémica, que defendió que desde un punto de vista gráfico, el nuevo logo era infinitamente mejor y más práctico. La disputa se cerró con una votación de los socios, que estableció que se volvería al anterior escudo, una reversión que se hará oficial el 1 de julio, aunque ya se utiliza en los perfiles del club en redes sociales. En un cambio de tercio inesperado, la Seminci también ha decidido remozar la que has sido su imagen durante cuatro décadas y presenta un retoque de sus icónicos labios, 'El beso del celuloide', obra de artista Manuel Sierra. Una propuesta que ha generado de inmediato opiniones confrontadas. Defiende el director del festival que es «inevitable» que hasta la imagen más icónica se acabe «diluyendo». Por contra, no son pocos los habituales de la Semana de Cine que lamentan que se pierde buena parte de su identidad. Y abren la puerta a una reedición de la polémica futbolística.
 No puedo evitar situarme en el segundo grupo. No es una cuestión de anclarse en el pasado, pero el cambio por el cambio, sin una justificación aparente, no es recomendable nunca. El propio festival y los diseñadores asumen que tanto el icono de los labios como el acrónimo Seminci forman una marca con un valor consolidado por el tiempo, y por su vinculación al festival y a la ciudad, de ahí que el proceso de renovación se haya basado en mejorar la identidad, no en cambiarla. Pero llegados a este punto, una vez que se ha optado por la renovación, la duda que me asalta es si no hubiera sido mejor una decisión valiente y haber optado por el cambio. Ese fue el camino que se tomó en los 80 para romper con la imagen conservadora del festival y se demostró tremendamente acertada.