Los edificios de la antigua azucarera Santa Victoria ya estaban vandalizados poco más de un año después de su rehabilitación y de la gran inauguración de 2007, con una inversión municipal de más de 8,7 millones de euros. El bautizado como parque de las Norias de Santa Victoria tenía el agua como protagonista, con un canal que comunicaba las dos norias y el estanque empleado en su día en la actividad industrial de las imponentes naves, emblemas del patrimonio industrial de principios del XIX.
El empaque del proyecto que había diseñado el Ayuntamiento para esa área de la ciudad hizo que el concejal de Urbanismo de aquel momento, el recientemente fallecido José Antonio García de Coca, llegara a calificarlo como el Central Park vallisoletano. Este parque iba a ser el corazón de un gran desarrollo urbanístico. Eran los tiempos de la burbuja inmobiliaria, donde los megaproyectos se multiplicaban y hacían soñar a los vecinos con un 'Nuevo Valladolid', que incluía el soterramiento, una gran biblioteca o un museo del cine, muy próximo a este espacio.
Pero dos décadas después esas ideas, que se nos mostraron en infografías y exposiciones, no se han llevado a cabo y los que se rehabilitaron agonizan por falta de mantenimiento e inversiones frustradas.
Valladolid tiene un amplio catálogo de edificios industriales, que dan testimonio del esplendor de épocas pasadas, que están en estado ruinoso. No es algo nuevo, la alerta suena desde hace años. Desde Las Norias hasta las antiguas naves de los talleres de Renfe y la rotonda de locomotoras, desde el edificio de La Electra -que parece que por fin tiene un proyecto viable con apartamentos para personas mayores- al Teatro Lope de Vega o el antiguo convento de Las Catalinas. Todos estos inmuebles merecen preservarse con proyectos de rehabilitación coherentes y que se puedan mantener en el tiempo, dotándolos de nuevos usos que aseguren su conservación.
El caso de Las Norias debe servir de lección a las administraciones públicas para no caer en ocurrencias millonarias que acaban traduciéndose en despilfarro. La propuesta para construir allí viviendas para jóvenes y ceder el resto del espacio para la Escuela de Diseño podría garantizar esa conservación. Ahora que se ha descartado vuelve la incertidumbre y la amenaza para lo que nunca llegó a ser el Central Park de Valladolid.