Desde finales de mayo el Campo Grande acoge y cobija una nueva familia de cisnes. La pareja de adultos y sus cuatro polluelos conforman una imagen llena de ternura que, a algunos, nos traslada a momentos nostálgicos de la infancia y la primera juventud.
Un gran número de pucelanos tenemos escondidos, que no enterrados, muchos deseos, sueños, recuerdos, encantos y desencantos entre los árboles y las rutas de este antiguo parque público urbano que, desde hace más de 150 años, es un orgullo para la ciudad. Creo que este es un buen momento para reconocer el trabajo de la dinastía de jardineros Sabadell que, durante el siglo XX, se ocuparon de su crecimiento, embellecimiento, mantenimiento y cuidado.
La mezcla de protección y orgullo que muestran los dos mayores de la familia de cisnes con sus crías debería servir de ejemplo a imitar por todos para colaborar en la preservación de la fauna y la flora del parque. Las imágenes virales de la policía local escoltando a la nueva familia de aves acuáticas en sus elegantes, tranquilos y pacíficos paseos fuera del parque transmiten, entre otras cosas, cariño y respeto, al tiempo que persiguen que no se produzca ningún acto incívico con los polluelos, tan frecuentes, por desgracia, otros años.
Estas escenas y un paseo por el recinto evidencian que la naturaleza y los empleados públicos de Parques y Jardines hacen bien su trabajo, pero el Campo Grande está necesitando que la mano del concejal responsable haga el suyo con algo más de intensidad. Se necesita un nuevo impulso para no dejar languidecer uno de los espacios más bonitos de la ciudad. Es conveniente rehabilitar y abrir viejos espacios (bar de La Pérgola, gruta, biblioteca, antiguos urinarios…) y crear nuevos más adaptados a las circunstancias sociales actuales. No se trata de una ligera y simple mano de chapa y pintura, se trata de devolverle el brillo y el protagonismo que siempre ha tenido. No intervenir a tiempo, en ocasiones, provoca daños irreversibles.
Hubiese sido un buen momento haber aprovechado el reciente Debate del Estado de la Ciudad para que, alguno de los cuatro grupos políticos del Pleno del Ayuntamiento, hubieran presentado alguna propuesta mirando al parque y a la adorable nueva familia de cisnes. No ha sido así, no hubo ninguna resolución dirigida a mejorar el principal espacio verde de la ciudad.
El vuelo alto, armónico y rápido de estas aves contrasta con el de algunos ediles que gustan hacerlo casi a ras del suelo, rozándose con el barro y dejándose abrazar por el fango, que tanto agrada a algunos últimamente. El mejor ejemplo se produjo en la primera sesión del citado debate, el pasado 17 de junio, cuando el portavoz del grupo socialista utilizó como recurso dialéctico algunos acontecimientos de la repugnante Guerra Civil de 1936. Esto solo se puede entender como un intento de agradar a su jefe para llenar "el saco de mierda" que tanto le gusta citar. Siempre se pueden hacer las cosas peor, pero se necesita mucho esfuerzo y entrenamiento. Qué pena.
Me dirijo al parque por calles inundadas de calor, rebajas y 'se alquila' en busca de la familia de cisnes, que si de algo van sobrados es de armonía y belleza, justo lo que ha escaseado en el debate del Estado de la Ciudad. Dentro de un año se celebrará otro, solo espero que en él no se recurra de nuevo a 1936, que se acuerden del Campo Grande y que la familia se mantenga y haya crecido, aunque las últimas noticias no sean demasiado esperanzadoras.