Imelda Rodríguez

Punto cardinal

Imelda Rodríguez

Especialista en Educación, Comunicación Política y Liderazgo


Sacar las castañas del fuego

23/11/2024

Dicen los montañeros que subir una cordillera te cambia la visión sobre la vida. Porque aprendes a superar los desafíos imprevistos y a tener presente que cualquier fallo puede ponerte en riesgo. El esfuerzo, la resistencia y el entusiasmo por llegar a la cima es increíble, aunque lo es más hacerlo junto al grupo. Subir a la montaña es un acto de incertidumbre, al que hay que hacer frente con precisión porque la escalada encierra su riesgo. Y esta consciencia sobre lo importante es el enfoque esencial para afrontar la adversidad. Seguramente, de esto sabrá mucho el teniente general Francisco Gan Pampols, que ha aceptado el cargo de vicepresidente del Gobierno de la Generalitat para la reconstrucción de Valencia. Que haya aceptado me parece una decisión de profunda generosidad. Y también cómo lo ha hecho, señalando que «es una tarea de las que dan sentido a toda una vida». Pidiendo, además, que se aleje el debate político del trabajo. Servir, actuar y transformar. No me parece menor que quien ha demostrado con creces su impresionante capacidad para reconstruir zonas arrasadas, como Kosovo o Afganistán, se ponga al frente de una de las mayores catástrofes que ha sufrido España. Desde luego, su perfil transmite confianza y credibilidad a partes iguales, aunque nos hace preguntarnos cómo es posible que para generar tranquilidad social tenga que ponerse al frente de un cargo político alguien que no lo es. Para pensar. Aunque, asimismo, abre un camino sobre la importancia del mérito y la bondad para ser capaz de sacar las castañas del fuego. Con todas las garantías. Algo que debería ser habitual en los nombramientos de los dirigentes, en cualquier contexto. Entonces, el ánimo de la sociedad sería otro.
Conocí hace años a este teniente general a través de su libro, titulado 'El arte de mandar bien', donde explica lo importante que es desarrollar un liderazgo humanista, menos centrado en la obtención del resultado rápido y más enfocado en la mejora de las personas. Pero de verdad y con verdad. «Querer, poder y saber» son los tres ejes del liderazgo que describe. ¿Cuántos políticos y cuántos directivos quieren servir, pueden servir y saben servir? Pues, probablemente, en esta pregunta se encierra el sentido del poder, de la buena política y de la gran decepción que sienten muchos ciudadanos al no encontrar respuesta. Francisco Gan tiene la determinación y la experiencia para tomar decisiones en situaciones críticas. Lo lleva haciendo toda su vida. Algo tendrá que ver en su liderazgo haber formado parte de expediciones de alpinismo que le han convertido en el primer español en alcanzar la cima del Everest, el Polo Norte y el Polo Sur. Y esta pasión por hacer el bien me parece algo decisivo hoy. Es coherente que quien ya ha generado esperanza en situaciones trágicas, pueda volver a hacerlo. Eso sí, si le deja el caciquismo de aquellos políticos que ponen por delante la crispación a cualquier otra cosa. Creo que este el mayor desafío al que debe enfrentarse ahora. Las personas buenas suelen ser reacias a perder el tiempo con enfrentamientos vacíos. ¡Y qué fundamental es no olvidarnos de serlo! Lo expresaba en su último partido Rafa Nadal. Quiere que le recordemos como una buena persona, además de por su legado deportivo. Creo que, para triunfar en la vida, para trascender, hay que serlo. Y me gusta que perfiles de éxito lo sigan evidenciando. Sin generosidad, es más difícil hacer las cosas bien. A veces, es hasta imposible. 
En el arte de mandar bien hay auténticos maestros. Desde las figuras empresariales exitosas que comenzaron de la nada, hasta los directivos que influyen en los equipos con su ejemplaridad, cada día. Destacando, cómo no, a personalidades tan relevantes en el ámbito político como son los alcaldes y las alcaldesas. Creo que todo cargo político debería, necesariamente, haber sido alcalde o concejal de un pueblo durante un tiempo. Ser alcalde -un buen alcalde- te conecta de una forma eficaz con la realidad, te enfoca en lo importante, te permite anticipar problemas y resolverlos en el momento adecuado. Es como subir a la montaña cada día. Ahí está la clave. No todo el mundo está preparado para escalar el Monte Everest y no todos lo están para resolver los intereses comunes. No todas las personas que quieren hacerlo son capaces de mandar bien. Porque para eso se necesita autenticidad, es decir, firmeza, compasión y acción a favor del bien común. Estos son los líderes auténticos que están a la altura de la ciudadanía. Sería todo un movimiento social que fuésemos capaces de exigir dirigentes con estos valores. Querer, poder y saber hacerlo bien. Si nos dejan, como diría la canción.