El pasado fin de semana hubo una concentración de patriotas en Madrid. Organizada por el líder de Vox, en ella se dio cita lo mejor de cada casa ultra: entre otros, el presidente de Hungría, Víctor Orban; el vicepresidente italiano Matteo Salvini; la aspirante a la Presidencia francesa, Marie Le Pen, y el diputado portugués André Ventura. Hubo varias adhesiones, como la del argentino Javier Milei, que mandó un video sin motosierra. Como no podía ser menos, todos se declararon grandes patriotas de sus respectivos países y mostraron su solidaridad y apoyo al más patriota de todos, Donald Trump, ejemplo y espejo de los reunidos y definido por algunos de ellos como «compañero de armas». Emulando al mandatario norteamericano, clamaron por iniciar una «nueva Reconquista» que haga otra vez grande a Europa y acabe con la dictadura de Bruselas. De lo que no habló ninguno, ni siquiera de pasada, es de los grandes perjuicios que tendrán para sus queridas «patrias» decisiones trumpistas como la subida de aranceles. ¿Se puede ser un superpatriota español, francés o italiano si tu economía está amenazada por los caprichos del amigo americano? Abascal tiene muy complicado explicárselo a los españoles, especialmente a los productores de carne, vino, aceite, aunque siempre estará ahí Pedro Sánchez para echarle la culpa de todo y si no Alberto Núñez Feijóo para acusarle de tibio y de connivencia con los socialistas en Europa y en asuntos como la inmigración. ¿Y cómo justificará Abascal la ofensiva lanzada por Trump contra el idioma español? Se cargó las páginas en castellano en la Casa Blanca y en la administración estadounidense y, entre sus seguidores, se ha puesto de moda la frase «No hables ese español de mierda en mi país». Me gustaría saber qué piensa el jefe de Vox de estas «cosillas» y de las amenazas de don Donald en otros apartados que también nos van a dañar. No dirá nada. Entre otras razones porque es muy difícil justificar contradicciones tan evidentes y escandalosas. Pero, amigo, ahora está en la cresta de la ola y ya se ve mandando o influyendo. Es lo que tienen todos los grandes patriotas que en el mundo han sido.