No pasa un solo día sin que tengamos noticia directa y cercana de personas que han sido objeto de algún tipo de intento de estafa a través de algún canal de comunicación, sea por llamada telefónica, mensaje de wasap, correo electrónico, solicitud de bizum, etc. Y no es que lo conozcamos como conocemos cualquier otra noticia a través de los medios de información, como si fuera un suceso impersonal de los muchos que ocurren. Probablemente nos ha sucedido a todos, y más de una vez; cada uno de nosotros lo ha experimentado y muchos habrá que han caído en la trampa, porque los procedimientos también han ido evolucionando para hacerlos más creíbles.
Dicho con más precisión, de aquellos antiguos timos que exigían presencia física y relación concreta entre el timador y su víctima, hemos pasado a esto que se llama oficialmente la ciberdelincuencia, que no es otra cosa que el engaño y la estafa realizados a distancia. Así que ya no es necesario manejar aquellas artes de convicción y persuasión de los viejos timos, que dieron lugar a bromas y chistes; lo que hay que manejar ahora son conocimientos telemáticos puestos al servicio de la causa.
Miren los datos: en la estadística de la criminalidad del año 2023, que es el último completo, los ciberdelitos alcanzaban ya un 30% del total de delitos cometidos, pero es que en el avance de 2024, por trimestres, el aumento respecto a los mismos trimestres del año anterior iba más o menos por el 14% como media, lo que supondrá que cuando se cierre la estadística de este 2024 a punto de terminar el aumento habrá sido ciertamente considerable.
Así que, además de confiar en que el trabajo de la policía y la precaución de los bancos irán mejorando en eficacia para perseguir y prevenir estas actividades, que intentarán hacerse cada vez más sofisticadas, no hay otra, en el ámbito personal, que estar alerta y desconfiar ante el mínimo indicio. Cualquier petición de información o de datos, incluso aunque parezca que tiene un origen fiable, debe ser motivo de alerta. En estos trances siempre es mejor pecar por exceso de cautela o de sospecha para no caer en la trampa. Mejor eso que la denuncia a posteriori y la reclamación, no siempre de resultado favorable.