Estamos viendo demasiadas cosas raras. Muchas de ellas se hacen difíciles de comprender: por ejemplo, la puesta en libertad de Víctor de Aldama cuando confesó, por cierto, sin haber aportado demasiadas pruebas hasta ahora, acerca de un tema ajeno al verdadero motivo de su estancia en prisión, que era el desfalco en hidrocarburos.
O la tardía detención de Carmen Pano, la mujer que se autoinculpó de haber entregado 90.000 euros en la sede del PSOE y que ahora, claro, tendrá que responder por la veracidad de su afirmación y, en su caso, por haber actuado como actuó: otra posible 'garganta profunda' en busca de redención, que nos aportará más informaciones escandalosas y quizá hasta veraces.
O podríamos hablar de determinadas filtraciones que se producen como con cuentagotas a cuenta del pringoso caso que ya se podría llamar 'caso Ábalos' o 'caso comisiones', o... Pero lo que menos me explico es el vergonzoso asunto del vídeo de Koldo.
Entiéndaseme: en absoluto siento la menor simpatía por Koldo García, el ex asesor cuasi plenipotenciario del ex ministro Abalos, que este martes testificaba ante el Supremo, una más de la serie de declaraciones estrepitosas a las que estamos asistiendo en sedes judiciales. Y que, por cierto, están siendo un semillero de contradicciones entre los tres principales presuntos implicados en las 'comisiones ilegales', Abalos y Aldama y el propio Koldo. Pero lo que me causa más estupor es la filtración del vídeo que muestra a una veintena de agentes, pistola en mano y al grito de 'al suelo', irrumpiendo en el domicilio de Koldo, que estaba acompañado por su mujer y su hija de tres años, para detenerle.
¿Quién filtra el vídeo, para qué? Especulaciones ha habido muchas: unos dicen que ha sido una filtración más, procedente de la UCO. UCOlandia, bromean (¿bromean?). Otros opinan que fue el propio Koldo quien facilitó a los medios la grabación, tomada de la cámara de su domicilio, para victimizarse en la víspera de su declaración ante el Supremo. No lo sé, lo confieso. Pero en cualquier caso me parece lamentable: ni siquiera con el concurso de la víctima se pueden imponer esas penas infamantes, de paseíllo o de telediario, a los presuntos culpables de los delitos que fueren. Y Koldo García, que tan poco se ha respetado a sí mismo, es tan respetable como cualquier otra persona.
Digo esto y me confieso a mí mismo que, si yo hubiese sido responsable de un medio de comunicación y hubiese llegado a mis manos el famoso vídeo, quizá hubiese caído en la tentación de publicarlo: no juzgo, por tanto, a quienes sí han podido y querido hacerlo. Solamente digo que la ética, la estética -por cierto, ¿qué diablos hace Aldama acudiendo a declarar con el responsable de Desokupa?-y la moralidad de la vida pública de un país que, en otro orden de cosas, llega a elegir para presidir a su futbol a quien ha elegido, van cayendo cada vez más bajo. Y algo, además de denuncias como esta, que sirve solo para lo que sirve, habrá que hacer para remediarlo antes de que el fango en verdad se nos acabe tragando.