Alfonso González Gaisán

No perder ripio

Alfonso González Gaisán


Renovarse o... renovarse

08/06/2024

En este nuevo tiempo, más incluso que antaño, debe destacar el empeño, especialmente de las administraciones públicas, de que las nuevas actuaciones y propuestas entren en diálogo con la riqueza patrimonial. No es baladí la causa a tenor de la abundancia y calidad del patrimonio local. Ahora bien, estas intervenciones deben reflejar el tiempo en el cual se producen, el siglo XXI, y su lenguaje. El maestro Carlo Scarpa ha sido y debe seguir siendo un ejemplo a seguir, desde su lenguaje moderno, en sus intervenciones en un patrimonio como el italiano.


El ejercicio de esta profesión, la arquitectura (una de las 'bellas artes', no lo olvidemos) maneja la belleza como una de sus herramientas y de ahí su atractivo y fascinación. Pero esto no la hace inmune a una fatigosa laboriosidad, no ajena al hecho medular de que los resultados finales dependen de múltiples factores además de la propia práctica arquitectónica.
Digamos que para obtener un resultado óptimo aparte de un buen arquitecto son necesarios:
- un promotor comprometido con la causa.
- un constructor, no contratista. Todos tenemos claro que las empresas se crean para obtener buenos resultados económicos, pero no por encima de todo. La calidad del trabajo debe ir a la par con una plantilla conocedora del oficio de la albañilería, con sus alarifes bien formados, y una máxima: la satisfacción del trabajo bien hecho o, si se quiere de una forma más prosaica, hacerlo bien para no tener que repetirlo. Digamos que un proyecto dudoso bien ejecutado salva la cara. Pero en un magnífico proyecto mal construido acabará por aflorar la chapuza que lleva dentro.
Aquí es una pieza esencial la labor del director de ejecución, el aparejador, casi siempre en la sombra, y cuyo trabajo es también trascendente en el resultado final.
En el buen promotor, una mezcla equilibrada de empresario y emprendedor, hemos de suponer un mesurado afán por la innovación que evite que sus proyectos y los de sus técnicos devengan en un tampón que se repita sin solución de continuidad.


No podemos evitar enviar una cariñosa encomienda, en este sentido, para la administración que, en su labor de promoción, contiene una aledaña de emprendimiento. Es loable la intervención de aquella -aunque me salga momentáneamente del ámbito puramente arquitectónico- en la gestión del transporte público: Auvasa en su continua mejora da un paso al frente con los nuevos autobuses de la línea 1, que constituyen un paradigma de nueva estética, de contaminación cero… una invitación y ejemplo de lo que supondría una nueva ciudad sin ruido ni contaminación.
Debemos exigir a la administración un plus de emprendimiento estético. Implica, obviamente, un mayor coste económico, pero deberíamos preguntarnos: ¿a cuánto tocamos? En circunstancias normales el dicho popular 'a escote nada es caro' abre muchas posibilidades, como muy bien saben nuestras administraciones.


Llegados a este punto, cabe una serie de preguntas, y más ahora que ya tenemos un equipo de fútbol en primera:
¿Queremos una ciudad de primera?
¿Cuánto es el coste per cápita del soterramiento?
¿Cuál es el precio por vallisoletano de la obra de Jaume Plensa?
Y podríamos seguir añadiendo. Mi opinión es que no podemos renunciar.
El mejor gestor es aquel del que no se habla. Más al contrario necesitamos emprendedores públicos que consigan poner esta ciudad en el sitio que nos corresponde. Y aquí no dudo en apoyar la actuación propuesta por Ignacio Zarandona, nuestro concejal de Urbanismo, con su propuesta de actuación sobre el Puente de Poniente. Y lo hace, no con un cualquiera, sino con un artista de reconocido prestigio como es Jaume Plensa, con obras en Chicago, Nueva York, Madrid, Barcelona, Río de Janeiro…


En la diversidad de opiniones y sobre todo en la justificación del carácter superfluo de este proyecto, las más prescindibles son las voces que lo tildan de innecesario.
Otras ciudades de nuestra comunidad autónoma con un casco histórico de similar trascendencia al nuestro -léase Zamora- constituyen un modelo donde las intervenciones en pleno casco histórico o en el propio río ofrecen alternativas sobre el perfecto diálogo que se puede establecer entre lo histórico y lo catalogado, con magnificas intervenciones de la arquitectura moderna.
Por una vez reclamo el apoyo para que nuestra ciudad entre en el capítulo de lo posible y nuestros representantes apuesten por formar parte de las ciudades con un referente singular como corresponde a una ciudad de primera. Ya tenemos que buscar otro, seguirá en la larga lista de los posibles que hicimos imposibles