Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


La guerra doméstica

23/09/2024

El salto cualitativo que ha tenido lugar en el conflicto entre Israel y Palestina, esta vez atacando a miembros de la organización Hezbolá, distinta de Hamás, pero aliada en este momento, en territorio del Líbano, será probablemente uno de los sucesos más impactantes de estos tiempos que vivimos. Lo será, además, por varios motivos.

El primero, obviamente, por el efecto mortífero buscado y producido: al menos, 26 muertos, y un elevado número de heridos de distinta gravedad. Ese es siempre el primero motivo de alarma, derechazo y de indignación. Pero, esta vez, han sido las propias características del ataque lo que ha llamado la atención. Resulta que, primero, estallaron los buscas que llevaban encima las víctimas; y al día siguiente pasó lo mismo con los walkie-talkies, precisamente mientras se celebraban los funerales de aquellas. Unos instrumentos de localización y comunicación tan confiables, utilizados para evitar los teléfonos móviles por su carácter más inocuo y menos expuesto, explotaron de pronto. Tenían dentro una cantidad suficiente de cierto explosivo que habría sido introducido allí en algún momento, quizá ya en el momento de fabricación, o cuando iban a ser distribuidos y entregados a sus destinatarios, que estarían previamente identificados por quien diseñó el mortífero y sofisticado plan, tan personalizado. Todas las hipótesis están abiertas, porque ninguna es descartable.

No hay duda de que la desconfianza y el miedo se han extendido entre todos aquellos colectivos a los que Israel desea exterminar. Si han podido hacer esto, con tanta precisión y eficacia, son capaces de hacer cualquier otra cosa, de introducir un explosivo en cada hogar dentro del más simple electrodoméstico, de colocar cualquier sustancia lesiva dentro de un paquete de cualquier alimento, de un juguete, o de un vestido, de hacerlo explotar a distancia en cualquier momento. Quién sabe. No ha pasado desapercibida la explicación del responsable de la defensa israelí: esta es una nueva fase de la guerra; un ataque tecnológico preventivo, ahora en un lugar distinto de la franja de Gaza, porque allí también palestinos. Testimonio verdaderamente demoledor.

Dejemos, pues, reconocida la capacidad de destrucción que puede propiciar la tecnología y la maldad ilimitada de quien sabe, puede y quiere utilizarla con ese fin.