Tenía casi cerrado el tema del que iba a escribir esta vez aquí, pero he leído algo que me ha llegado a lo más profundo. Un procurador de nuestras Cortes de esta 'santa' Comunidad, ha contado que a veces se tiene que ausentar al baño porque le entran ganas de llorar, porque nota el odio, nota eso que se hace para hacer sentir mal a una persona.
Y se me ha caído el alma a los pies.
Entre adultos, está pasando entre personas adultas. Nadie se merece ese trato, tampoco se lo merecía otra persona que también fue procurador en estas Cortes, lo fue en legislaturas pasadas y tuvo que salir huyendo porque los de su propio partido le hacían la vida imposible. Cuando me lo contó, yo no daba crédito, pero ahora la vida le ha regalado otros éxitos, demostrándole que esta travesía es larga, azarosa, con muchos baches, pero al final, el que es buena persona, recibe su recompensa (o eso al menos quiero seguir creyendo yo).
El caso es que estas dos personas se han visto sometidas a ACOSO y MALTRATO en un lugar que debía ser ejemplo de respeto, algo que todos nos hemos creído hasta hace poco. Y no voy a opinar de la carta remitida esta semana por el presidente del Gobierno porque no es momento aún.
Algo tienen estas personas a las que se ataca, que desata una ira profunda en los «compañeros» cercanos.
De todas formas, también ha tenido algo que ver la pandemia porque en lugar de hacernos mejores, nos ha hecho peores, les ha hecho peores. Ese lamentable episodio de nuestra historia ha sacado el egoísmo de muchos a relucir, y lo que es peor, la absurda envidia que tanto daño hace allá donde mires. Sinceramente, no me puedo creer que personas adultas estén haciendo sentir a alguien de esta manera, bueno, en realidad miento, porque sé lo que es, lo he visto, lo he notado y lo he consolado.
¿Qúe es lo que tienen esos que se dedican a pisar al de enfrente?
¿Qué infancia han tenido?
¿Por qué ese afán por dañar y pisotear al otro?
¿Cómo lavan su conciencia cuando llegan a casa?
¿Cómo consiguen seguir creyendo que lo están haciendo bien?
¿O acaso es que les vale lo que tienen ahora, ese 'triunfo' pasajero?
Imagino que los psicólogos y psiquiatras tienen nombre para esta figura, esta forma de ser y de actuar. Yo he leído por ahí que además quien va a terapia siempre suele ser la víctima, no el verdugo porque éste se cree que allá en su 'cima' es invencible.
Además, es que no paran, cuando al que han pisoteado ya está como medio rendido, dan otra vuelta de tuerca, es que te quieren destrozado del todo y lo peor es que no se sienten ni medio culpables, aunque imagino que, en su interior, si es que lo tienen, algo de basura encontrarán cuando la busquen.
Luego se nos llena la boca hablando de medidas contra el acoso escolar, mientras muchos dicen «son cosas de niños», cuando se refieren a insultos o maldades dentro de las aulas. No, no «son cosas de niños», hay infancia ya muy intoxicada de maldad y si no se para, pasa esto, que esa infancia crece y se convierten en adultos con poca conciencia, mucha maldad y raudales de envidia a todo el que cree que le hace sombra.
Hay que acabar ya con el acoso en la infancia porque hay que proteger a las víctimas y también porque hay que evitar que ese acosador siga campando a sus anchas, haciendo daño a quien le parece más vulnerable. Todos conocemos casos que han acabado en tragedia, algo que causa un dolor inmenso, a la sociedad y a la familia porque estoy segura de que se sienten culpables por no haber hecho más, y poco más se puede hacer cuando hay alguien ajeno que está empeñado en apartarte.
De esto, del acoso en la infancia, también sé, tengo un caso cercano. Una niña que fue adoptada por una familia extraordinaria, ella es también extraordinaria y es por eso que se las dan por todos los lados. Como es de origen chino, la llaman 'china de mierda', como tiene 'x' defectillo, se ceban, pero en el fondo de todo está el placer por arruinar una vida brillante, una persona maravillosa y que no se deja achantar, aunque el sufrimiento le haya hecho claudicar alguna vez.
No, mi niña linda, no claudiques, te envidian y por eso te hacen daño, brillas y por eso te quieren apagar, pero este mundo necesita gente como tú, los que te conocemos, te necesitamos, queremos estar a tú lado porque eres aire, eres luz, eres increíble.
Hacer daño a alguien no tenía que salir gratis. Ni los gritos ni el silencio dañino tenían que tener oportunidad de salvarse.
Y acabo ya con un refrán, «a quien buen árbol se arrima, buena sombra le cobija». Hay que tener suerte hasta para nacer porque una familia que te quiere te da sombra, te apoya y te quiere. Las tres personas de las que hablo, la tienen. No creo que los que ahora los maltratan tengan tanta suerte, quizás sea por eso.