Las cosas se complican para Pedro Sánchez en relación con sus maniobras para aprobar una Ley de Amnistía al dictado del prófugo Carles Puigdemont. Una ley que borre las responsabilidades penales de quien a través de Junts tiene en sus manos la llave parlamentaria de la que depende la continuidad de la legislatura. Se le complican porque en las actuales circunstancias amnistiar delitos de terrorismo no pasaría el filtro de los tribunales europeos y resulta que el Tribunal Supremo ha decidido abrir causa contra Carles Puigdemont por su presunta implicación en los actos del Tsunami Democràtic.
Han admitido la exposición del juez instructor Manuel García Castellón en la que se aprecian y detallan indicios por terrorismo contra el expresidente de la Generalidad. Señalan que Puigdemont "era el hombre de atrás del Tsunami" y quien primero controló la promoción del movimiento y después "acreditó dominio funcional del hecho, un liderazgo absoluto que le habría permitido evitar las actuaciones retirando su apoyo carismático pero lejos de eso animó a seguir en las acciones violentas que se desarrollaron con su conocimiento y consentimiento".
A los dirigentes separatistas les ha faltado tiempo para intentar desacreditar a los magistrados del Supremo acusándoles de estar torpedeando los acuerdos de Sánchez con quienes participaron en el intento de sedición del "procés" y a los que ha escogido como socios de esta legislatura.
Sánchez va a seguir adelante intentando aprobar la ley antes del día 10 de marzo que es cuando finaliza la prórroga para su negociación. Aunque sea al precio de incluir bajo el paraguas de la amnistía las causas relacionadas con el terrorismo recuperando la peregrina idea de que hay un terrorismo bueno (que sería amnistiable) y otro malo, idea que ya intentaron colar en otra fase de la negociación con Junts. De prosperar estaríamos ante una burla conceptual y un escándalo político.
Uno más de los que jalonan los primeros cien días del Gobierno que preside Pedro Sánchez a quien también se le están complicando mucho las cosas en razón de las ramificaciones del llamado "caso Koldo" o "caso Ábalos", un amplio retablo de episodios de corrupción.