El mediodía del miércoles 17 de octubre de 2018 era el día elegido. Las vigilancias efectuadas durante semanas habían determinado que estaría sola y que tendrían tiempo suficiente para obtener el suculento botín que María Aguña guardaba en una caja fuerte de su vivienda, en el número 9 de la plaza Circular. El plan parecía perfecto, pero todo se empezó a complicar cuando la víctima se opuso a confesar la combinación de seguridad y ni las amenazas ni los golpes hicieron flaquear a esta mujer de 73 años, viuda y con tres hijos, que terminó muriendo en su propio domicilio; completamente amordazada y tendida en el suelo del pasillo.
Cuando María dejó de respirar, el plan de la banda se desmoronó. Para entonces, la caja fuerte seguía cerrada y acababan de matar a una persona (la causa de la muerte fue una insuficiencia respiratoria, provocada por los golpes y por la cinta americana con la que fue amordazada sin apenas espacio para respirar). Cinco de los seis presuntos autores (intelectuales o materiales) de este violento robo tenían antecedentes, pero todos por delitos contra el patrimonio; habían cruzado una línea.
Su fuga duró catorce meses y les llevó, en algún caso, a esconderse en una nueva vida en Asturias, pero el trabajo silente y constante del Grupo de Homicidios de la UDEV (Unidad contra la Delincuencia Especializada y Violenta) de la Brigada de Policía Judicial acabó con todos ellos entre rejas. Y aún se esperan «más detenciones» porque «el caso sigue abierto», tal como apuntan a este periódico fuentes cercanas a la investigación.
Cinco de los presuntos autores cayeron durante la primera fase de la Operación Mariya, desarrollada el pasado 8 de diciembre en varios puntos de la capital y la provincia, además de un domicilio de Asturias, mientras que el sexto acusado lo hizo el día 20, cuando se presentó voluntariamente en la Comisaría de Las Delicias y se entregó porque «sabía que se le buscaba». La juez del caso, la magistrada titular del Juzgado de Instrucción 3, también ordenó su ingreso en prisión sin fianza, como hizo con cuatro de los cinco primeros detenidos.
UN ESPAÑOL Y CINCO BÚLGAROS
Este último arrestado, el sexto, es también de nacionalidad búlgara, según detallan fuentes cercanas al caso a El Día de Valladolid. Así, de los seis supuestos implicados, hay cinco búlgaros y un español, que sería el autor o uno de los autores intelectuales del asalto, «aunque también participó en otras fases del robo»: «La investigación apunta a que él fue el que lanzó la idea, pero luego también lleva a cabo alguna cosa más durante la planificación con el resto de personas», explican estas fuentes, que detallan que, por eso, se les imputa no solo el robo con violencia y el homicidio –será en el juicio cuando se decida si fue un homicidio o un asesinato–, sino también el delito de pertenencia a organización criminal, ya que los agentes de la UDEV han logrado concretar el papel que desarrollaba cada uno en esta suerte de banda y la jerarquización pactada con el objetivo de cometer este asalto.
El español es el propietario de una clínica dental de Valladolid –no un odontólogo, sino un empresario de ese sector– que había labrado una «relación directa con la familia» de María Aguña y que fue el que supo que la víctima guardaba una gran cantidad de dinero en su vivienda, en una caja fuerte. Y en busca de esos 200.000 euros que tenía en casa se organizó todo. Esta persona habría entrado en contacto con uno de los búlgaros y se fue trazando un plan al que se sumaron varias personas más, no solo los otros cuatro que han sido detenidos, sino que hubo otros que también trabajaron para esta banda, haciendo «vigilancias o aportando información de todos los movimientos del objetivo y de su familia». «Cada uno con unas funciones muy concretas», si bien al final solo fueron tres los autores materiales del asalto y el crimen.
Ahí precisamente encajaría este sexto detenido, que aunque no fue uno de los tres que subieron al piso de María Aguña, sí participó «de un modo directo» en el robo, por lo que la juez de Instrucción 3 dictó su ingreso en prisión provisional sin fianza y levantó a continuación el secreto sumarial ordenado en el caso durante la primera fase de la Operación Mariya.
Es un papel distinto al del único búlgaro que quedó en libertad con cargos, pese a que cayó el pasado 8 de diciembre en la primera tanda de arrestos. Esta persona tendría una «relación más indirecta» con el asunto, pero, en principio, sí sería conocedor de los planes para robar los 200.000 euros.
«Fue un atraco perfectamente planificado en el que ha habido una serie de personas implicadas, unos como autores intelectuales y otros únicamente como autores materiales. En ese domicilio solo estuvieron tres, pero todos ellos son autores, también todos los que apoyaron en esas tareas, digamos de logística y vigilancia», resumen las mismas fuentes.
MÓVIL ECONÓMICO
La Policía ha descartado por completo cualquier otro móvil que no sea el económico, pese a ciertas informaciones que surgieron en los días posteriores a las detenciones y que apuntaban a que los búlgaros formaban parte de una organización de traficantes de droga y a que los arrestos fueron desencadenados por la caída de un camello. Tampoco está vinculado uno de los hijos de la víctima, del que se llegó a decir incluso que había estado arrestado por un asunto de drogas. «Esto es una historia de codicia, aquí no hay más móvil que el robo. No existe ninguna relación con el tráfico de drogas y todos los antecedentes de los (búlgaros) que han sido detenidos son por delitos contra el patrimonio», concretan.
Un robo frustrado por el silencio de María Aguña, que no confesó la combinación de la caja fuerte con aquellos 200.000 euros en ningún momento. «Fue amordazada y se la golpeó. No la torturaron, pero es que hablamos de una señora de 73 años...» que no se amilanó ante los tres ladrones que la asaltaron en su casa y que protegió su dinero hasta la muerte.