Valladolid. Un día cualquiera del año 1968. Un camarero del Hotel Imperial entra en el restaurante Zamora para tomar algo. Allí se encuentra el hijo del dueño, un adolescente de 14 años con el que, en un momento dado, entabla una animada conversación que rápidamente deriva en un truco con una baraja. El joven sigue el baile de naipes con los ojos como platos hasta que, sin saber cómo, surge la magia. ¿Cómo lo ha hecho? Como los buenos magos, el camarero no desveló su truco. Se fue y dejó al joven con la intriga. Y quizá, sin saberlo, plantó una semilla que cambiaría su vida.
Aquel adolescente era Fernando Arribas, el mago vallisoletano que este sábado 'colgará' la varita después de casi 35 años de carrera. Y lo hará en un espectáculo junto a su hijo Samuel, que hace casi una década decidió seguir los pasos profesionales de su padre.
Aquel día de 1968 Fernando se fue a casa sin parar de darle vueltas a la cabeza. ¿Cómo había hecho ese truco sin que él lo pudiera detectar? Y en lugar de dejarlo pasar, se puso manos a la obra para intentar averiguarlo. Tras muchas pruebas, lo consiguió, aunque hoy en día todavía duda de que diese con la 'fórmula original'.
Logró hacer ese truco, a su modo, como muchas de las cosas que haría años después. En la década de los 70 los que querían aprender magia no podían mirar vídeos en Youtube ni ir a tiendas especializadas. Al menos en Valladolid. Tampoco había escuelas y los magos eran muy celosos de sus secretos. «Yo no conocía a ninguno ni tenía libros sobre el tema, así que tuve que crear mi propio camino, mi manera de hacer magia, que es distinta a las demás», señala.
Su manera fue inventar sus propios trucos. En ocasiones, mezclados con otra de sus pasiones: la música. O intentar desvelar la técnica de otros magos que veía en televisión. Un trabajo que podía llevar semanas hasta que lograba hacer algo similar. Pura investigación. Pura creatividad.
Con todo ese bagaje empezaron a llegar las primeras actuaciones, hasta el gran golpe de timón de 1991: dejar el bar Zamora que había heredado de su padre y dedicarse profesionalmente a la magia. «Fue la mejor decisión profesional que he tomado en mi vida, el resultado ha sido muy bueno», dice. Y así es. Fernando Arribas pasará a la historia de la profesión por haber sido el mago que impulsó los primeros estudios superiores en esta materia, implantados en el Real Centro Universitario María Cristina de El Escorial en 2013. Además, consiguió hacerse con el campeonato de España, en la categoría de Grandes Ilusiones, y con el primer premio en magia de salón en el Congreso Internacional Latinoamericano Flasoma, entre otros galardones.
Su vasta experiencia le ha permitido comprobar cómo ha cambiado la magia en estas décadas. Desde el hombre de frac con varita, chistera y conejo que permanecía en el imaginario colectivo, hasta los espectáculos de hoy, que son «un puro show». Él no ha cambiado su esencia, a pesar de evolucionar. «El espectáculo que más he interpretado ha sido el de 'Magia de autor', por eso precisamente, porque todas las cosas que hacía eran mías», añade.
Ahora ve con orgullo cómo su hijo ha tomado el relevo, aunque Samuel huye de comparaciones: «Su figura es muy grande, es imposible acercarse».
Este sábado ambos se darán un homenaje en el Centro Cultural Miguel Delibes a partir de las 19.30 horas. Cuando acabe el espectáculo, Fernando colgará la varita. O, como prefiere decir él: «la dejaré suspendida en el aire».