¡Qué tiempos estos en los que hay que recordar que la Constitución (Art 21.1.) reconoce el derecho de reunión pacífica! Como era fácil prever, la polarización política se ha trasladado a la calle al hilo de la disposición de Pedro Sánchez a conceder una amnistía a los golpistas catalanes condenados o en espera de juicio por los hechos relacionados con las protestas violentas que tuvieron lugar en Barcelona y otras ciudades a raíz de las sentencias del Tribunal Supremo contra algunos de los cabecillas de la trama sediciosa.
La firma del Ministro de la Presidencia del Gobierno de España (Félix Bolaños) junto a la del líder de ERC, Oriol Junqueras (condenado a 13 años de prisión y posteriormente indultado) en un documento que compromete la inminente concesión de una amnistía para todos los encausados relacionados con el "procés", -acompañada de una quita a la deuda de la Generalidad de Cataluña- ha sido la gota que ha colmado de indignación en el ánimo de muchos españoles.
Y en algunas capitales de provincia -singularmente en Madrid- llevan varios días manifestándose frente a las sedes del PSOE para protestar por las anunciadas concesiones de Pedro Sánchez y pedir su dimisión. Las cargas de la policía en una de estas manifestaciones (Madrid) ha sido considerada como desproporcionada por la escasa entidad de los inconvenientes para la circulación que aparejaba la concentración. Y de los hechos se ha pasado a su narrativa dando lugar a secuencias que van de lo cínico a lo sarcástico.
Porque cínico resulta escuchar a Pedro Sánchez hablando de "acoso reaccionario", añadiendo que -"atacar al PSOE es atacar a la democracia"-. Y a otros dirigentes del PSOE y de partidos de la izquierda condenando las manifestaciones olvidando aquellos tiempos, no tan lejanos, de cuando sus líderes con el famoso mensaje del "pásalo" incitaban a sus simpatizantes a salir a la calle a protestar contra el Gobierno del PP. O las proclamas de Pablo Iglesias (qué llegó a ser nombrado vicepresidente por Sánchez), cuando al frente de la muchedumbre de Podemos invitaba a rodear el Congreso al grito de "no nos representan" y justificaba los escraches argumentando que eran "jarabe democrático".
Elevar la voz contra quienes ahora protestan en las calles contra un Presidente que, a cambio de su investidura, anuncia estar dispuesto a conceder una amnistía de más que dudosa constitucionalidad, delata mala memoria y mucho cinismo. Se ciegan en el Gobierno dejándose alfombrar por los argumentos de los medios afines que tratan de minimizar y desacreditar las protestas identificando a los manifestantes con nostálgicos de franquismo. Son muchos los demócratas españoles que se sienten humillados por la amnistía que se anuncia para quienes quebrantaron las leyes. Sí Sánchez quiere saber cuántos son, lo tiene fácil: que convoque elecciones el próximo 14 de enero.