La vida de Borja Pascual ha sido una montaña rusa en las últimas dos décadas. A sus 45 años, hace uno que volvió a casa de sus padres por la imposibilidad de pagar el alquiler de una vivienda con su salario, y mucho menos plantearse una compra. Un mal trago por el que ya había pasado en dos ocasiones anteriores, hace 18 y diez años, y siempre después de una ruptura con su pareja. «En Valladolid ya nadie te quita unos 600 euros al mes por un alquiler», se queja. Unas exigencias demasiado elevadas para su «bajo» salario. De hecho, cuando estaba en pareja y pagaba algo similar tampoco le llegaba para ahorrar porque llegaban muy justos a fin de mes. «Aunque lo hagas a medias, es imposible, porque a esa cantidad hay que añadir la electricidad, el gas, la gasolina, los seguros, la comida... vivir, en definitiva», se queja.
A diferencia de las dos primeras ocasiones, en la tercera intentó meterse en una hipoteca, pero las entidades financieras le cerraron la puerta porque no disponía del 20% del precio del inmueble para pagar la entrada.
Así que ahora su plan a medio plazo pasa por ahorrar un poco de dinero mientras está con sus padres para salir al mercado otra vez con un poco más de garantías de encontrar algo. «No pido mucho para mí solo, con un pequeño estudio me vale, por la zona de Las Delicias, por ejemplo», señala, aunque reconoce que, hoy por hoy, aunque encontrara algo por 500 euros seguiría teniendo muchas dificultades para llegar a fin de mes. «Y eso, contando con que vaya todo bien, porque, como tengas algún contratiempo del tipo de que se te rompa la lavadora o se te averíe el coche... es ir demasiado al límite y sin ahorros», explica.
Teniendo en cuenta lo «mal» que está el mercado del alquiler, su prioridad para los próximos años es reunir el dinero necesario para pagar la entrada de una vivienda. Un 20% del precio que le permita acceder a financiación para el 80% restante. «Ahora tengo 45, a lo mejor cuando tenga 47 o 48 me puedo plantear algo baratito», dice.
Su objetivo pasa por encontrar una vivienda de en torno a cien mil euros, de dos habitaciones. Actualmente hay algunas en el mercado por ese precio, aunque Pascual tiene la incógnita de cómo estará el mercado en dos o tres años, teniendo en cuenta el importante alza de los precios registrados en los últimos tiempo. Él tampoco es muy exigente con la ubicación porque no se cierra la puerta a irse a algún pueblo.
Se trata de una situación muy difícil de llevar desde el punto de vista anímico. «Tengo un hermano que tiene su casa, su pareja, su hipoteca, su hijo... con una situación muy diferente», dice. Y, aunque las comparaciones son odiosas, él a veces no puede evitar castigarse con ellas, aunque confíe en la remontada.