Alfonso Goizueta

#TalentosEmergentes

Alfonso Goizueta

Doctor en Relaciones Internacionales y finalista del Premio Planeta 2023


Tiktok, un peligro para la salud mental

01/10/2024

Estados Unidos ha dado un paso definitivo hacia la prohibición de Tiktok, una de las aplicaciones de vídeos más usadas del mundo. El Congreso aprobó en mayo una ley que da a Bytedance, empresa china propietaria de la app, de nueve a doce meses para venderse a una empresa americana, so pena de que Tiktok quede clausurado en territorio estadounidense. La causa tiene que ver con la conexión entre ByteDance y el Partido Comunista chino y la posibilidad de que a través de Tiktok el Gobierno de Pekín recabe datos sensibles de los 170 millones de usuarios americanos. La app ya fue prohibida en 2020 en India por el mismo motivo. En la actual confrontación geopolítica, internet se ha convertido en un escenario bélico más donde los Estados buscan reafirmar su soberanía. De hecho, la ley que prohíbe la aplicación en Estados Unidos presupuesta a su vez ayudas millonarias para Ucrania, Israel y Taiwán.
La compra de Tiktok por una empresa americana podrá solucionar la grave amenaza de la filtración de datos, sin embargo no resolverá el problema real que la app representa para el desarrollo cognitivo de los jóvenes y la salud mental de la población -a todas luces, uno muy importante-.
Como sabemos, la aplicación expone al usuario a un universo de vídeos musicales de menos de 60 segundos que un algoritmo criba para que siempre sean de su gusto. Ante el estímulo (luz, color, movimiento, música), el cerebro segrega dopamina -conocida como la hormona de la felicidad, pero también la que controla el sistema de recompensas, es decir, la responsable de hábitos y adicciones-. Así, Titkok acostumbra al cerebro a una recompensa de dopamina cada vez que visiona un nuevo vídeo y lo engancha a lo que ya se conoce como el scroll infinito. ¿Cuántas veces viendo Titkok no hemos mirado el reloj y visto que se han pasado las horas?
Al escanear la actividad cerebral de usuarios de Titkok mientras consumían vídeos de su preferencia (los cribados por el algoritmo), los autores de un estudio de la revista NeuroImage vieron que el uso de Tiktok activaba la Red Neuronal por Defecto -la zona del cerebro que se activa mientras estamos conscientes pero en estado de reposo, divagando o soñando despiertos-. Quedó claro que Tiktok pone al cerebro en reposo y lo acostumbra a estar en este estado. A la mente le cuesta mucho trabajo regresar a la llamada Red Neuronal Enfocada a Tareas, la que se activa cuando nos concentramos para pensar o resolver. Por eso no es ninguna sorpresa que, como muestran estudios del International Journal of Environmental Research and Public Health y el Cyberpsychology, Behavior and Social Networks, el uso de Tiktok y apps similares esté fuertemente relacionado con la pérdida de capacidad de atención y el fracaso académico en la juventud, además de con la ansiedad y la depresión.
El asunto se vuelve todavía más siniestro. En China, Tiktok (allí llamado Douyin) funciona de forma diferente, empezando por lo que se refiere al contenido. Mientras que Tiktok (occidental) muestra por lo general contenido humorístico (grotesco y escabroso en ocasión), Douyin (chino) proyecta vídeos de experimentos científicos, manifestaciones patrióticas, bandas musicales…, es decir, expone a los chinos a la imagen del ciudadano modélico preferida por el régimen. También su tiempo de uso está acotado; el Gobierno forzó a los desarrolladores a imponer límites imposibles de subvertir con el fin de blindar, sobre todo, el horario de sueño de los menores de 14 años. Dado el problema de envejecimiento de China, es significativo que el Gobierno haga por proteger el preciado recurso de la juventud limitando su tiempo de exposición a pantallas.
Teniendo en cuenta que toda acción del régimen chino se supedita a la eventual guerra de reunificación con Taiwán, es posible asegurar que Pekín ve en la capacidad cognitiva y de atención de sus jóvenes un elemento estratégico tan importante como cualquier otro. Occidente no parece haberse dado cuenta de esto. Titkok abotarga la mente y la debilita; pero en la ley de prohibición americana no hay una sola mención a este respecto. Una mirada a la historia y uno se ve tentado de hacer analogía con el siglo XIX, cuando el poderoso Imperio británico obligó a China a aceptar importaciones de opio británico, desatando una crisis de salud pública en aquel país y dos guerras. Hoy han cambiado las tornas y parece que los que consumimos la dormidera somos nosotros, los occidentales.  
 

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