«Abriremos una galería de pintura en el Palacio de Villena»

M. Rodríguez
-

El director del Museo Nacional de Escultura asegura que el año pasado fue un periodo de expansión "y buena salud" para el centro

El director del Museo Nacional de Escultura, Alejandro Nuevo. - Foto: J. Tajes

El Museo Nacional de Escultura es una institución centenaria, pero perfectamente adaptada a este tiempo. De hecho, ese es uno de los retos que se fijó su director, Alejandro Nuevo, cuando tomó posesión del cargo hace ya casi tres años. Tomar el relevo de María Bolaños no era un objetivo fácil, pero Nuevo ha conseguido imprimir su sello y anuncia nuevos proyectos para este año.

Lleva dos años y medio de director. ¿Cómo está de salud el museo?

2024 fue un año de expansión y de buena salud. En primer lugar, porque tenemos un equipo de profesionales de primer orden, que, además, ha ido aumentando. Aunque uno de los retos del futuro es incrementar más el personal de sala.
Se nota que hay más recursos humanos y gente joven, con ganas de hacer nuevos proyectos. Estamos en un momento fuerte, donde la principal apuesta es la exposición de Luisa Roldán. Es una muestra muy necesaria, muy demandada, y donde todo el equipo del museo se ha volcado. Y la respuesta se ve con los números de visitantes. Está teniendo una respuesta muy positiva.

Habla de expansión en personal, pero también se han adquirido nuevas piezas. ¿Esa expansión se materializará en nuevas salas y exposiciones temporales?

Dentro de nuestro plan estratégico 2023-26 está contemplado la apertura de una galería de pintura en el Palacio de Villena, así como nuevas salas dedicadas a la historia del museo. Creemos que tiene que darse a conocer la colección pictórica que tenemos, fondos que están distribuidos a lo largo de diferentes salas del Colegio San Gregorio. Es una colección muy notable, con pintores de la talla de Rubens o Jan Brueghel el Viejo, pero también hay locales    como Diego Valentín Díaz, o Pantoja de la Cruz. Tenemos que mostrar esa parte de la colección, que ahora está intercalada en determinadas salas y en una galería de pintura se podrá en valor. Hay que recordar que antes de ser Museo de Escultura, en 1933 era el Museo Provincial de Bellas Artes. Eso hay que darlo a conocer a todos los usuarios. 

También está pendiente la rehabilitación de la Casa del Sol, aunque se está dilatando. ¿Cuándo podrán afrontarse esas obras? 

Más que dilatarse hay que decir que está dentro de lo que son los plazos que conlleva cualquier tipo de intervención de estas características. Estamos en un momento de cierre de los proyectos para que se puedan licitar las obras en un futuro, que esperemos que sea próximo. La idea es que sea almacén visitable de esa colección de reproducciones artísticas que llegaron al museo en 2011. Las obras no serán inmediatas porque hay que tener los proyectos arquitectónicos: el anteproyecto, el proyecto básico y el de ejecución. De momento, la tramitación sigue su curso y eso es lo importante.

Esa rehabilitación es básica para completar el triángulo artístico del museo. 

Lógicamente, tener la colección histórica en el palacio de San Gregorio, la parte de pintura e historia en el de Villena, junto con la sala de exposiciones temporales, y la Casa del Sol con su colección de reproducciones artísticas, será un triángulo perfecto. Las tres grandes sedes del museo mostrando al mismo tiempo sus colecciones. A lo que se suma, en estos momentos, el Belén Napolitano, que es una joya, y que se puede visitar hasta el 2 de febrero. 

Este museo es un reclamo turístico de la ciudad y siempre es el más visitado. ¿Cómo valora la afluencia del año pasado? 

No ha habido récord anual de visitantes porque realmente es muy difícil alcanzar el del año 2016, cuando se contabilizaron 193.000. Los últimos años han sido de transición, primero por la pandemia, luego por el cambio en la dirección del Museo y la puesta en marcha de nuevos proyectos y exposiciones. Hemos acumulado un incremento de más del 49% con respecto al año anterior. Es decir, superamos los 170.000 visitantes.

¿Eso índica que esta apuesta por la exposición monográfica sobre esta pionera está funcionando? 

Está siendo, por una parte, una satisfacción enorme porque era una deuda que teníamos desde hacía tiempo. Hemos estado trabajando intensamente el último año para hacer la selección de piezas, fundamentalmente los dos comisarios (Miguel Ángel Marcos y Pablo Amador). Queríamos ofrecer una retrospectiva como tiene que hacerse en este museo. Nosotros siempre decimos que además de Alonso Berruguete, Juan de Juni y Gregorio Fernández, la cuarta gran artista en esta colección es Luisa Roldán. 

Por eso también se apostó por incorporar más piezas a la colección.

Sí, prueba de ello es la adquisición en los últimos años de piezas suyas. El museo, cuando se reabre en 2009, no tenía todavía obras de Luisa Roldán. Por eso en la última década se han ido comprando,  fundamentalmente a la Cabalgata de los Reyes Magos, y este año hemos incorporado el Tránsito de la Magdalena. Este era un momento en el que era necesario hacer esa exposición y visibilizar la colección que tenemos ya restaurada. Era necesario rendir el tributo a una mujer excepcional. Fue una pionera, fue escultora de cámara con Carlos II y con Felipe V. El museo tenía que organizar esta retrospectiva que el público está acogiendo de maravilla.  

Este museo se asocia generalmente el Renacimiento, el Barroco,... pero sus exposiciones temporales o su faceta divulgativa están muy a la vanguardia. ¿Cómo se consigue esa combinación?

Intentamos siempre establecer una visión poliédrica de lo que es el museo y sus colecciones, y también hacer lecturas contemporáneas de las colecciones del museo. Hacemos exposiciones temporales vinculadas a lo que es la etapa culmen de nuestra colección histórica, que va de finales del siglo XIV hasta ya ha entrado el siglo XVIII, y la de reproducciones, que llega a principios del XX. 
Esas lecturas contemporáneas se hacen por medio del diálogo, es decir, establecemos diferentes visiones de la actualidad. Nuestro cometido es, y me gusta mucho hacer énfasis, que nos traslademos a la época, que vayamos siglos atrás para entender el modo de vida de los hombres y las mujeres en esos siglos. Generalmente vemos las piezas de las colecciones desde la perspectiva del siglo XXI, pero también tenemos que hacer ese ejercicio de viajar en el tiempo. Por eso, muchas veces la actividad didáctica va encaminada a ponerse en ese contexto en el que se hizo una determinada obra hace 300 o 400 años. 

Hablando de contextos, el Ministerio de Cultura ya ha devuelto la primera pieza de las incautadas durante franquismo. Aquí hay 47. ¿Qué se hará con ellas? ¿Afectaría mucho a la colección?

Todas las piezas tienen su importancia y su trascendencia. Estamos siguiendo los protocolos definidos por el Ministerio de Cultura, y según nos digan ellos, actuaríamos. Hay algunas de estas piezas que están en la exposición permanente y otras en los almacenes.

Desde hace muchos años se ha intensificado la colaboración con otros museos. Ahora mismo hay tallas en el Museo del Prado, que se abre por primera vez a pasos procesionales. ¿Esa colaboración le da más visibilidad y pone a Valladolid en el mapa de museos nacionales?

La política de préstamos es fundamental y se está impulsando bastante en los últimos tiempos. Lo hacemos, por una parte, por el compromiso institucional con otros museos. Además, igual que a nosotros, cuando organizamos exposiciones temporales, nos gusta que nos presten piezas, pues tenemos que prestarlas cuando llegan determinadas peticiones. Es lo que sucede con la exposición 'Darse la mano', en el Museo del Prado. Para nosotros es una vía de colaboración institucional, que siempre se ha mantenido activa, pero también es una oportunidad que haya pasos como 'Sed Tengo' o el San Juan Bautista y la María Magdalena, de Juan de Juni, que estén en el corazón de Madrid, en la principal pinacoteca de España, y una de las principales del mundo. 
Tenemos relaciones fluidas con el resto de instituciones culturales. Ahora hemos realizado un préstamo de piezas a la Catedral de Valladolid y las Edades del Hombre para la exposición que confronta a Gregorio Fernández y Martínez Montañés. Y también en el ámbito internacional. Así, por ejemplo, tenemos un San Francisco del siglo XVIII expuesto en el Museo de Bellas Artes Lyon, en una exposición dedicada a Zurbarán. También hemos prestado piezas a Mantua o Gante. Nos movemos por diferentes ciudades del continente, e incluso alguna vez ha viajado fuera de Europa.     

Existía un proyecto para hacer visitable el almacén de las tallas procesionales. ¿Siguen con esa idea?

Esa nave de pasos se creó con carácter provisional, pero en el momento en el que se inicien las obras en la Casa del Sol se integrará en el nuevo complejo. Lógicamente, ahora mismo, sigue sin ser visitable, pero próximamente se acondicionará y se abrirá al público.

¿Eso significará sumar un nuevo reclamo para atraer más visitantes al museo?

Los pasos todo el mundo los puede contemplar cuando procesionan en Semana Santa. Pero en el proyecto de rehabilitación de la Casa del Sol se ha tenido en cuenta que esos pasos puedan ser visitados el resto del año y puedan estar expuestos permanentemente.

En este 2025, ¿cuál será su apuesta más personal? 

Seguimos trabajando con los temas de inclusión social, que es una de las tónicas generales del museo. Hemos colaborado durante muchísimos años con diferentes colectivos y tenemos que seguir apostando y dando a conocer que el museo es de todos y para todos. Esa es una línea y un eje principal que guía bastante nuestra actividad.

¿Y en exposiciones? 

En ese capítulo, a finales de mayo, con motivo de la conmemoración del centenario del nacimiento de Eduardo Chillida, acogeremos una exposición sobre su obra, que se plantea como un diálogo entre piezas suyas con otras de nuestra colección. Además, antes de Semana Santa inauguraremos otra muestra sobre Juan Haro, que es un artista del siglo XX. Así que este año va a estar un poco más dedicado al arte contemporáneo, a esa lecturas y esa visión contemporánea de lo que son nuestras colecciones. 

¿Y en otros ámbitos? 

Queremos poner en marcha la revista del museo. Es una iniciativa que ha estado parada durante muchísimos años y ahora queremos recuperar el boletín que existió hace años. 

También están habilitadas las visitas virtuales. ¿Qué tal están funcionando? 

Están funcionando bien. No estamos realizando tanto un análisis cuantitativo como cualitativo. Nos están llegando comentarios positivos porque posibilita poder desplazarse por el museo, entrar en una sala y hacer una visita de 360 grados. Pero no hay que olvidar que los museos estamos vivos y siempre hay algún cambio de alguna pieza en concreto, en alguna sala o alguna modificación y, claro, eso en la visita virtual no se refleja, ya muestra el momento determinado en que se realizó. Pero el feedback que nos llega es que a la gente le está gustando bastante esta opción. 
Aunque no hay que olvidar que la visita virtual es una herramienta más que establece el museo para difundir sus colecciones y sus exposiciones, pero que no sustituye lo que es la visita física. La experiencia física de estar en el espacio del museo, la dimensión realidad que se tiene cuando se ve un retablo como el de San Benito el Real o cuando se está viendo las piezas de Luisa Roldán, pues lógicamente no lo puede dar la visita virtual, aunque se pueda imaginar. La vista física sigue siendo, al fin a cabo, el principal aliciente en los museos.