La reciente celebración el pasado día 8 de marzo del Día de la Mujer es una buena ocasión para hacer balance sobre la situación de las mujeres en este momento. Se trata de ver el sentido de la evolución de lo que sigue siendo un problema de desigualdad, con carácter general, sin perjuicio de comprobar que, afortunadamente, hay sectores, profesiones, aspectos, etc., en que el avance en positivo es innegable. La imagen real la proporcionan sin duda los datos objetivos y no hay mejor método que comparar los de hace un tiempo y los de ahora para apreciar el sentido de la tendencia.
Para quien tenga interés en analizarlo le aconsejo una fuente de muy fácil acceso: la página web del Instituto de las Mujeres contiene un verdadero arsenal de datos muy reveladores. Véase, por ejemplo, el informe que lleva por título 'Mujeres en cifras', en el que se refleja la evolución en 40 años (1983-2023) de todos los parámetros comparables; y véase el reciente estudio 'Mujeres y hombres', que ofrece una imagen comparativa, enormemente reveladora, de la realidad en materia de empleo, de salarios, de educación, de sanidad, de conciliación, de ciencia y tecnología, de afectación de delitos y de violencia, y de participación en el poder y en la toma de decisiones. Cada uno de estos apartados pone de manifiesto que la brecha de género sigue ahí, que se ha ido corrigiendo en todos ellos en mayor o menor medida, pero que aún queda mucho camino que recorrer en pos de la igualdad.
No puedo trasladar aquí los abundantes datos concretos que constan en esos informes, pero sí procede destacar algo relacionado con la evolución demográfica, que seguramente es la que termina resumiendo a medio plazo lo que realmente ocurre en una sociedad. Esto me llamó la atención: en los años 80 del pasado siglo, algo más del 60% de las mujeres españolas estaban casadas, ahora ese porcentaje ha descendido al 48%; en ese mismo periodo, la tasa de natalidad era de casi un 14%, y actualmente anda por la mitad, un 7%. Hoy hay más madres con edad superior a 30 años que por debajo de esa edad, y la tasa de fecundidad, que en 1983 era del 54%, no pasa ahora del 32%.
Piensen un momento en lo que eso supone, en las circunstancias que concurren, y tendrán una buena explicación del cambio que se ha producido.