"Cuando vas a otro país debes prepararte bien para trabajar"

David Aso
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Julio César García, dominicano afincado en Valladolid desde 2005, pasó de ser empresario hostelero en su país a formarse y trabajar en la ciudad como auxiliar de seguridad, camionero y, actualmente, operario de control de calidad en una fábrica

Julio César García, dominicano afincado en Valladolid desde 2005. - Foto: Jonathan Tajes

Años en Valladolid: 19
Profesión: Operario de fábrica
Comida y bebida favorita: Verdejo y paella
Rincón favorito: Zona de tapeo de la Circular

Julio César García García (Yaguate, 1963), afincado en Valladolid desde 2005, fue empresario hostelero en la República Dominicana. Tenía una cafetería en una zona industrial y no le iba nada mal, hasta el punto de que llegó a contar con cinco empleados. Pero sobrevino una crisis, empezaron a cerrar empresas, las naves se fueron vaciando de trabajadores y su establecimiento de clientes. «El negocio quebró» y su mujer y él, que ya eran padres de un niño y dos niñas, emprendieron la aventura española para intentar asegurarse el futuro de los cinco.

Una compatriota que ya vivía en Valladolid facilitó que ella viniera con un contrato de trabajo, aunque le tocó abrir camino sola, y pasado un tiempo pudieron llegar los otros cuatro: primero él con «el varón», y en un viaje posterior las dos hijas, todos mediante la fórmula de regularización por reagrupación familiar. «No aconsejaría a nadie venir sin papeles, se pasa mal, y más si no tienes familia».

Así aterrizaba Julio César ya con 42 años (y sus hijos con 12, 10 y 9), pero dispuesto a «empezar de cero». Su primer trabajo fue como auxiliar de seguridad en una obra. «Ahí estuve once meses, y como tenía muchas horas libres vi en el periódico un curso de camionero y lo aproveché». De hecho, trabajó siete años al volante, etapa en la que también se formó para llevar tráileres; y antes ya había hecho cursos de carretillero, de pintura de interiores, de prevención de riesgos en construcción, de manejo de puente grúa… «Cuando vas a un país que no es el tuyo, mejor prepararte bien para intentar trabajar en lo que te gusta», opina. «Mucha gente llega y se queda en la construcción o la agricultura, y yo siempre me dije que haría lo necesario para no acabar en esos sectores porque no me van», aunque también se preparó para el ladrillo por si acaso. Y al final, operario de control de calidad en una auxiliar de automoción desde 2017.

Hoy disfruta de la hostelería desde el lado del cliente: «El tapeo es de lo que más me gusta de Valladolid, sobre todo por la Circular»; y «la cantidad de bares que hay» es una de las cosas que más le sorprendieron al llegar, junto al hecho de ver «tantos edificios iguales, rojos de ladrillo». Siempre ha vivido en Pajarillos y ahora ya sin sus hijos, mayores, emancipados y más que desagrupados: uno en Inglaterra, una en Alemania y la otra en Palma de Mallorca hasta que se ha ido «a pasar una temporada a la República Dominicana». Julio César también piensa en la posibilidad de volver allí cuando se jubile para pasar al menos los inviernos y ahorrarse lo único que no le gusta de aquí, «el frío»; pero, entretanto, feliz en una ciudad donde hizo de todo por ganarse un futuro.