Un bar de rock con carnes exóticas

M.B.
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Fanny Martínez y Jacinto Hernández nos abren Faroles Rock, donde la carta es al 50% vegana y donde destacan las hamburguesas de cocodrilo, cebra, alce o canguro

Imagen de la cocina del Faroles Rock a pleno rendimiento. - Foto: Jonathan Tajes

¿Ha probado alguna vez la carne de cocodrilo? ¿Y la de cebra, alce o canguro? Si la respuesta es no y le apetece hacerlo... siga leyendo. Porque Fanny Martínez y Jacinto Hernández han hecho de un negocio que empezó siendo un bar de almuerzos y comidas para los trabajadores de los talleres de Renfe en Las Delicias, un referente en carnes exóticas, ahora ubicado en pleno centro de la ciudad. Su Faroles Rock abrió las puertas en su actual localización, en la calle Alonso Berruguete, 4 (en un lateral del Teatro Calderón), el pasado año, el 22 de marzo de 2024. Aunque su historia viene de atrás, de cuando en marzo de 1996 se decidieron a reabrir un bar que había sido de los padres de Jacin, Lola y Antonio.

«Era el bar de mis padres desde 1966. Primero como Siete Iglesias, porque ambos eran de allí y luego Faroles, que era como le conocía todo el mundo porque estaba decorado con muchos faroles», recuerda. Llevaba un año cerrado y Jacin y Fanny dejaron Málaga, de donde es ella, para cogerlo, «casi por casualidad». Ambos, aunque conocían la hostelería, venían de otro sector, pero pronto encontraron un nicho de mercado: «Al estar en el paseo de Farnesio, dábamos almuerzos y comidas para los trabajadores de los talleres de Renfe; y teníamos un horario casi de polígono».

Durante 23 años, mantuvieron el nombre de Los Faroles, pero el cierre de los talleres les impulsó a un cambio. Primero de nombre, dejándolo en Faroles Rock. Y luego de público, «buscando más el ocio». «Le dimos una vuelta de tuerca. Metimos más nuestra personalidad, como un bar rock y heavy, aunque con toques bohemios», continúan, explicando que también variaron gastronómicamente hablando: «Pasamos de hacer callos con chorizo a una cocina más elaborada, añadiendo a la carta un toque vegano, ya que una de nuestras hijas es vegeteriana; y empezando a ofertar carnes exóticas». Así pasaron de ser un bar de barrio a un bar de rock en un barrio.

Tras encontrar una fórmula de éxito, la pandemia de la covid estuvo a punto de hundirles. Pero se mantuvieron a flote e, incluso, duplicaron trabajo y empleados con la implantación de las terrazas en zona de aparcamiento: «Cuando las quitaron, vimos que se nos iba la mitad del trabajo y decidimos salir de allí... pero lo hicimos hacia delante».

Fanny encontró el local donde se encuentran ahora, que llevaba tiempo cerrado. Y trasladaron el estilo y la carta de lugar, encontrando un hueco en el centro de Valladolid. Su carta es 50% vegana, es decir duplican cada producto (croquetas, cachopos, patatas alioli...): «Por ejemplo tenemos cachopo de cerdo y de ternera, y luego de seitán con proteína de soja estilo heura o con espinacas y soja; y en fiestas y celebraciones hacemos siempre la mitad de los platos veganos».

Además de esa opción, otra de sus singularidades es la presencia de numerosas carnes exóticas, siempre presentadas en forma de hamburguesa. Han tenido reno, camello o guanaco, y ahora ofertan cocodrilo (de Sudáfrica), cebra, búfalo, bisonte (de Canadá), alce (de Estonia) y canguro. «Mucha gente nos pregunta si de verdad son carne de... claro. Las adquirimos a una distribuidora que las trae directamente de origen», responden. La idea viene de lejos, de cuando vivían en Málaga y se toparon con una 'food truck', regentada por un norteamericano, que ofrecía hamburguesas exóticas. 

Con una cocina abierta de forma ininterrumpida(de la que se encarga Fanny, junto a Aroa, Miguel, María, Tolo y Babi), Faroles Rock sube la persiana de lunes a sábados a las 9 y los domingos a las 11.00. Tiene una capacidad para unos 30 comensales en el comedor y cuenta con una terraza con tres mesas. No tiene menú y trabaja también por encargo, con el cocido como uno de sus platos estrellas; y mediante catering.

Acepta mascotas –de hecho tienen agua y aperitivos para ellas– y además de su decoración, destacan unos boles (con patatas fritas, olivas o galletas) y unos potes (con opción vegana) para autoservicio.