Idealista publicaba un informe esta semana donde cifra en un 85% el incremento de la oferta de habitaciones en piso compartido en Valladolid con respecto a hace un año, comparando sus anuncios del segundo trimestre de 2024 con los del mismo periodo de 2023. Y según datos facilitados por el mismo portal inmobiliario, la oferta de alquiler tradicional ha acumulado en paralelo una caída del 35%.
Sin embargo, la demanda de habitaciones sólo ha bajado un 3% y su precio medio alcanza los 300 euros tras subir un 20%, mientras los alquileres completos, que ya empezaron a marcar nuevos máximos a finales de 2023, 'sólo' se han encarecido un 6,4% interanual en la capital (a 8,1 euros por metro cuadrado) y un 7% en el conjunto de la provincia (a 7,8). Cifras que no sorprenden a quienes se han pateado el mercado durante este verano.
Ana Lázaro y su pareja, ambos de 26 años, llevaban tres meses buscando un piso de dos habitaciones para alquilar en Valladolid. Calculan que han podido visitar «unos 60», pero siempre se quedaban «como segunda opción, tercera o peor por problemas con las garantías de pago». «Esto se ha puesto imposible, antes elegías tú y ahora te eligen ellos», lamenta ella. «Te suelen pedir un año de antigüedad y contrato indefinido, pero mi novio empezó en su trabajo en junio; y como yo soy autónoma, me solían pedir hasta informes trimestrales de ingresos y que el negocio lleve al menos un año, y el mío está cerca pero no lo ha cumplido».
Las zonas de Parquesol, Hospital, paseo Zorrilla-Cuatro de Marzo y Rondilla-Santa Clara marcaron nuevos precios máximos en julio, de ahí que en sus apartados de 'variación máximos' se indique 0,00%. Querían la vivienda preferentemente en San Pedro Regalado por cercanía a sus lugares de trabajo, pero coincide con el entorno del campus Miguel Delibes, muy demandado por universitarios y con la mayoría de la oferta centrada en el alquiler por habitaciones; y al final este sábado se mudarán «por fin» a Cabezón. Allí han localizado uno por 515 euros con trastero y garaje, «algo imposible en la capital y difícil de encontrar hasta en los pueblos». El anuncio llevaba 40 minutos publicado cuando llamaron, mientras que el piso que dejan en Barrio España, de 70 metros y una sola habitación que «obliga a bajar la persiana para que no te vean en la cama desde el ascensor» por su peculiar distribución, lo alquiló Ana por 425 euros y su sucesor pagará 475: «En menos de 24 horas me ha dicho el casero que le salieron 38 candidatos». No en vano, Idealista cifra en casi un 50% el incremento interanual de los contactos que registra cada anuncio, con 26 de media en el caso concreto de Valladolid.
Soledad López, vecina de Málaga, buscaba para su hijo y otros cuatro estudiantes del Inea (Escuela Agraria de Ingeniería Agrícola) «en Parquesol u otras zonas de la ciudad». Se repartirán las habitaciones, claro, pero como querían piso completo para después compartirlo, cuenta que se ha pasado «todo agosto mirando». «Llamé a seis o siete inmobiliarias y todas muy secas. Somos los padres los que damos la cara, pero nos decían que no tenían oferta así para estudiantes porque los arrendadores no los quieren», asegura. Hasta que contactaron con una agencia que la semana pasada les ofreció un unifamiliar en Simancas con cuatro habitaciones por 1.200 euros, «muy barato» en su opinión porque «en Málaga y pueblos de alrededor costaría el doble».
Tanto Ana como Soledad localizaron las viviendas a través de JBR Inmobiliaria, cuyo gerente, Javier Blanco, da fe de cómo está cambiando un mercado en el que hay tal demanda que los arrendamientos los suele resolver «en un plazo de entre tres y diez días» desde que se cuelga el anuncio hasta que se firma el contrato. «Hace un año los alquileres por habitaciones igual no representaban ni un 5% de la oferta que gestionábamos, pero están creciendo mucho por considerarse más rentables y ahora estamos en el 30 o 40%», destaca. Percibe «claro» el «trasvase» en detrimento del alquiler tradicional, que también mengua por arrendadores que han optado por la venta o por el alquiler temporal de pocos días, que igual que sucede con el arrendamiento por habitaciones, no está regulado por la ley de vivienda de 2023, que protege más al arrendatario frente al impago y los desahucios, además de cargar sobre el arrendador los honorarios del intermediario. Y así continúa agitado un sector con los precios en máximos pero, según se teme, todavía sin techo.