Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


Esta semana va a cambiar nuestra Historia

31/10/2023

Hay momentos en los que se palpa una aceleración histórica en los Estados. Esta semana en la que nos adentramos es, sin duda, uno de esos momentos. Porque la heredera de la Corona, Leonor de Borbón, muy apoyada por las encuestas y por los medios, jura solemnemente la Constitución este martes, como una especie de garantía de que el futuro puede, al fin y a la postre, ser como está previsto que sea.Y, en el otro lado, porque acaso esta semana se nos anuncie la fecha de la investidura de un presidente del Gobierno que ha demostrado lo contrario de lo que se afirma en la frase anterior: que el futuro no tiene por qué ajustarse a los parámetros previstos, que todo puede desembocar en mayúsculas sorpresas. Puede que esta sea una radiografía muy certera de lo que es nuestro país: un contraste permanente entre las viejas certidumbres y la incógnita. Otra cara de las dos Españas.
Sabemos que la jura de la carta magna por parte de una princesa de Asturias que, en pocas semanas, ha desencadenado lo que ha dado en llamarse 'leonormanía' va a salir bien. El Estado, cuando quiere funcionar, funciona. Lástima que no sea esa la tónica cotidiana, y así, encontramos una fuente de preocupación en las ausencias que van a suscitar muchos comentarios cuando el acto de la jura se plasme en los medios. No porque tales ausencias, muy minoritarias, no sean ya casi una costumbre en la historia de los desprecios a la forma del Estado y a la jefatura del mismo; es que los ausentes, en esta ocasión, son la clave para la gobernabilidad de ese mismo Estado, al que los ausentes hostigan.
No deja de ser una de esas curiosas coincidencias en el tiempo que caracterizan la vida política española, quizá por la densidad de los acontecimientos que se suceden, tan apretados: el día en el que una joven que es la esperanza en la estabilidad del porvenir jura una Constitución cada vez más en solfa va a estar poblado de especulaciones sobre la fecha de la investidura del hombre que es la pura imagen del sobresalto. Pedro Sánchez llega a su creo que muy probable investidura, cuya fecha esperamos todos que se anuncie en horas, superando una odisea de contradicciones, auto desmentidos, osadías sin cuento, salto de líneas rojas y, según propia confesión -"hay que hacer de la necesidad virtud"--, incumpliendo sus previsiones personales.
La base de una democracia sólida se encuentra en una seguridad jurídica que no abarca solamente al campo económico. También al político, al moral, al social. Las encuestas, para lo que valgan, muestran que los ciudadanos, en una gran mayoría, apuestan por esa seguridad en lo tocante la Jefatura del Estado, por más que los nacionalismos no la acepten como tal. Pero en el siguiente escalón, el de los poderes clásicos de Montesquieu, hay que admitir que en la calle domina la confusión. Bueno, al menos sabemos que Pedro Sánchez, el presidente en funciones parece que destinado a consolidarse en La Moncloa, respalda y trabaja por la consolidación de la Monarquía, le guste más o menos la institución: no están las cosas como para pensar en grandes saltos que a nadie, comenzando por él mismo, convendrían. Lo malo son, valga la redundancia, las malas compañías, esas que este martes no van a estar representadas en el Congreso, y entre los ausentes se contarán, por cierto, tres miembros del Gobierno, afortunadamente destinados a no seguir siéndolo.
Pero ya digo: el trayecto de doña Leonor hasta convertirse en Leonor I de España tiene aún, si todo discurre normalmente, al menos dos décadas de perspectiva. Y el camino no le va a ser fácil. Veremos hasta qué punto el icono de lo imprevisible, que lleva el nombre de Pedro Sánchez, es capaz de velar, en el inicio de esta camino, para que lo previsible siga su curso con la paz y la tranquilidad precisas. Lo dicho: esta semana empieza el resto, más o menos pautado, de nuestras vidas.