Ignacio Miranda

Riendas en banda

Ignacio Miranda


Sin Franco no es nada

10/01/2025

Ante el último subidón antifranquista del gobierno de Sánchez, un grupo de escritores, periodistas, intelectuales y políticos agrupados en la plataforma Libres e Iguales subraya en un manifiesto que el presidente intenta dividir a los españoles en dos bandos y vuelve al guerracivilismo. Lo suscriben también socialistas como Paco Vázquez, Nicolás Redondo o Juan José Laborda. Dejan claro algo básico frente a la burda propaganda oficial: habrá que celebrar en su día el medio siglo de vida de la Constitución del 1978, y no el óbito del dictador que puso fin a su régimen. Largo periodo de incomparecencia del valeroso PSOE, porque el que movió de veras la oposición clandestina fue el PCE.

Con sus virtudes y sus defectos, la Constitución sella la reconciliación entre españoles, el perdón se impone a la venganza, la concordia es posible –como reza el epitafio de Adolfo Suárez en la catedral de Ávila- y todos miramos esperanzados hacia adelante en un proyecto común. Construir una nación moderna y próspera en libertad. Pertenezco a una generación que nació a principios de los setenta, que creció con la Transición, que estudió durante el felipismo, que empezó a trabajar con Aznar. Que nunca ha mirado con rencor al pasado ni ha tratado de resucitar el enfrentamiento de los abuelos. Que defiende la separación de poderes, la solidaridad entre regiones, la igualdad de todos ante la ley. Que está ahíta del revisionismo histórico porque deteriora nuestra convivencia.

Santiago Carrillo, Felipe González, Alfonso Guerra o Julio Anguita no se pasaban el día apelando al general ferrolano. Formaban parte de una izquierda con altura de miras, con sentido de estado, con talento. Pero un infausto día salió a escena Zapatero para dinamitar la gran obra de la Transición, y ahí seguimos entre esquirlas y cascotes. Ahora, con el grave desvarío de un farsante patológico que, en sus horas críticas y ante la imposibilidad real de gobernar, vuelve a utilizar al dictador como señuelo. Nos toma por imbéciles dentro de su escape room de pelotas y corifeos. Sin Franco es no nada. Sin polarizar, nadie.