Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


La normalidad sale cara

31/08/2024

A los independentistas muy cafeteros la escena del recibimiento cordial del presidente de la Generalitat, Salvador Illa, y del alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, al rey Felipe VI, que acudió al Port Olimpic a inaugurar la competición de la Copa del América, les ha debido parecer un salto al pasado. Y sin embargo supone la recuperación de la normalidad democrática e institucional de las relaciones entre la Generalitat de Cataluña y la Corona, interrumpida desde que Carles Puigdemont accedió a la presidencia catalana, seguida por del ínclito Quim Torra y continuada por Pere Aragonés y Ada Colau, que se especializaron en desplantes al rey en sus visitas oficiales a Cataluña junto al desdoro de los símbolos nacionales.

La arrogancia con el rey que practicaban las autoridades independentistas catalanas y de los 'comunes' tenían un carácter simbólico que decaía cuando pasaba a hablarse de las cosas de comer y cuando la presencia del rey era un aval necesario en actos o acontecimientos internacionales que se celebraban en el Principado. En ningún caso podrán decir los 'indepe' que recibieron un mal gesto o una mala palabra del rey ante su ninguneo, incluso después de que trataran de poner en marcha la desconexión con España de la que Felipe VI es garante de su unidad y permanencia, como quedó claro en su discurso del 3-O, tras el falso referéndum, una intervención que solivianto a los independentistas, pero llevó tranquilidad a quienes no lo eran. Que tras el fracaso de su intentona secesionista mantengan la ficción de que no reconocen la vigencia de una de las principales instituciones del Estado al que pertenecen es una acción melancólica que contribuye a generar un malestar que desaparece en el momento en el que pasan los besamanos. Y lo mismo ha pasado con la recuperación de la bandera nacional en el despacho del presidente de la Generalitat, que ahora está presente junto a la catalana y la europea, sin que se hayan incendiado las calles de Cataluña.   

En otras ocasiones, la presencia del rey o los actos de estricta obediencia independentista han dado lugar a insultos a la Familia Real, a la quema de fotografías con la figura de Felipe VI y de la bandera española, actos que están tipificados en el Código Penal como injurias a la Corona y ultraje a los símbolos nacionales, que está en la agenda del Gobierno y de sus socios ser despenalizados y que no encuentran correspondencia en los ordenamientos legales de otros países motivo por el cual algún cantante que ha sido acusado de cometerlos y ha huido al extranjero no ha  sido detenido y devuelto a España, pese a tener una orden de detención internacional.  Esta parte de la recuperación de la normalidad democrática también desatará una intensa labor de la oposición, por cuanto el PP y Vox son partidarios de su mantenimiento  

Llegar a la normalidad institucional ha tenido y tendrá un precio muy caro para el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Pese a los vaticinios en contra que apuntaban a que el PSOE cedería la presidencia de la Generalitat a Carles Puigdemont, Salvador Illa ha sido investido presidente de la Generalitat, a través de un pacto -la financiación singular-, que ha ahondado más la división en el espacio independentista, pero que tendrá unas consecuencias aún por determinar en el futuro de la legislatura, dada su imposible implementación. A la oposición de todos los presidentes autonómicos populares al concierto económico a la catalana se han unido la ejecutiva en pleno del PSOE aragonés y el presidente castellanomanchego, Emiliano García-Page.  La consecuencia de todo ello es que Junts y ERC pueden retirar el apoyo parlamentario que prestan al Gobierno y tumbar el intento de sacar adelante los presupuestos generales para el próximo año y limitar la acción legislativa del Gobierno, que se enfrentaría a sucesivas derrotas en el Congreso. 

La recuperación del saludo de Salvador Illa al rey vendría a confirmar que, como afirman los independentistas es el presidente catalán más españolista.  Y el más respetuoso con la institucionalidad, capaz de dejar al margen los gestos simbólicos que tanto gustaban a quienes han perdido las elecciones. Pero no hay que engañarse, en cuanto que tengan oportunidad volverán a los desaires, los agravios y las faltas de respeto institucional sin lograr que el rey abandone su papel y la educación.