Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Turistas

28/05/2024

Miles de personas se manifestaron el pasado fin de semana en Palma de Mallorca para protestar por los daños que, a su juicio, el turismo descontrolado está causando en la ciudad y en la isla y pedir a las autoridades que hagan algo para evitar más y mayores perjuicios. Reacciones similares, aunque, de momento, menos numerosas y fuertes, se han producido, y se anuncian, en Madrid, Málaga, Ibiza y Barcelona. En la Ciudad Condal, el Ayuntamiento estudia la posibilidad de restringir el atraque de cruceros. Estas auténticas ciudades flotantes lanzan a diario a las calles barcelonesas miles de personas que lo invaden todo y ocasionan más molestias que beneficios. Parece que ni siquiera se lucra la hostelería o mercados como el de La Boquería, donde los mirones y los de las fotos impiden con su presencia y bloqueo que la gente compre. En todos estos lugares, los vecinos se quejan de que esa avalancha de turistas está encareciendo la vida, especialmente en lo que se refiere a la vivienda. Ya todo, o casi, son pisos turísticos con precios prohibitivos, pero que algunos (extranjeros y tipos con alto poder adquisitivo) sí pueden pagar. Oigo a un mallorquín lamentarse: "Los de fuera nos echan a los que somos de aquí". Sigo estas noticias desde un pequeño pueblo zamorano en el que cada vez somos menos y más viejos y donde no parece que vaya a haber avalancha de turistas en un plazo cercano. Y miro alrededor y veo a hombres y mujeres que sonríen., guasones y escépticos, cuando surge la conversación. Y se preguntan: ¿Qué sería de la Costa del Sol o de las Baleares sin turistas?, ¿no presumían hasta ahora de records de viajeros, del dinero que dejan, del alto nivel de vida, de los empleos creados? Sin embargo, ahora aparecen los problemas, los vicios ocultos de aquella bonanza. España sigue atrayendo turistas, pero resulta que ya no tenemos donde meterlos. ¿España? Bueno, una parte de España, esa que ha estado mimada y apoyada. Los demás seguimos esperando. Y pedimos que alguien haga algo para corregir los desequilibrios que sufrimos desde hace siglos. A unos les sobran turistas; a otros nos falta gente, sobre todo niños.