Editorial

El nuevo Ejecutivo de la UE y el incierto papel de Teresa Ribera

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La estructura del nuevo Ejecutivo de la UE anunciada ayer por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, está en consonancia con el momento geopolítico en el que está inmersa la Unión, con la guerra de Rusia y Ucrania a sus puertas, una crisis climática acuciante y la confirmación empírica de su pérdida de competitividad frente a EEUU y China. Los 26 nombramientos -15 miembros del Partido Popular Europeo, cinco liberales, cuatro socialistas, dos de derecha radical y un independiente- apuntan a que la dirección que tomará la legislatura a partir del 1 de noviembre será la de la seguridad económica y el desarrollo industrial por encima de lo medioambiental.

La propia Von der Leyen ha dejado claro que las prioridades de su equipo son «prosperidad, seguridad y democracia», y que, para alcanzarlas es clave una mejora de la competitividad, lastrada los últimos años por la pandemia y la guerra y las crisis energética e inflacionaria derivadas de ellas. El camino hacia esa meta pasa inexorablemente por una transición que no comprometa la competitividad de la industria y la agricultura europea, el llamado Pacto Industrial Limpio (Clean Industrial Deal) que se definirá en los primeros 100 días del nuevo Ejecutivo europeo y parece claro que irá encaminado a una importante inversión en innovación para la sostenibilidad.

En este escenario, desde el ámbito nacional resulta sorprendente la elección, por parte de la popular Von der Leyen, de Teresa Ribera como vicepresidenta ejecutiva de Competencia, en cuanto a que llevará las riendas de la denominada «transición limpia, justa y competitiva», es decir, «de los trabajos para encarrilar a Europa hacia los objetivos del Pacto Verde y descarbonizar e industrializar la economía al mismo tiempo», según concretó Von der Leyen. Basta preguntar a las asociaciones agrarias qué recuerdo guardan de Ribera como ministra de Transición Ecológica, a la que criticaron sus «pretensiones agroambientales absolutamente enloquecidas» y que el PP llegó a definir como «la gran enemiga del campo» por su decisión de incluir al lobo en el llamado Listado de Especies Protegidas o mostrarse partidaria de prohibir los toros y la caza.

El perfil que tuvo como ministra de España no casa con el exigido como idóneo para llevar a buen puerto las atribuciones que le ha encomendado la presidenta de la Comisión Europea, de las que el adjetivo 'verde' ha dejado paso al 'limpio'. No obstante, no es lo mismo torear en la plaza nacional que en la europea, y no hay que olvidar que el Parlamento Europeo todavía tiene que dar su visto bueno a los comisarios designados. De momento, el PP de Alberto Núñez Feijóo ya ha dicho que con sus votos no cuenten.