Local disfrutón para gente sin vergüenza

M.B.
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Tomás Rodríguez y Albano Galán nos abren las puertas de la Taberna Señorito Pico Fino, que este domingo, 25 de agosto, cumple su tercer aniversario

Tomás Rodríguez, preparando los Aguacates rancheros en la cocina del Pico Fino. - Foto: Jonathan Tajes

Esta podría ser una historia de gente disfrutona y sin vergüenza. Y lo eso. Pero hay mucho más. Es la historia de dos amigos y una idea. Que nació hace años, muchos, y que cristalizó en mitad de la pandemia. Es la historia de Tomás y Albano, y su Taberna Señorito Pico Fino. Es la historia de dos disfrutones que buscan hacer disfrutar, de dos personas sin vergüenza que creyeron en una idea, su idea, y la plasmaron en una taberna, que este 25 de agosto cumple su tercer aniversario. Vayamos a leerla.

«Albano y yo nos conocemos desde hace muchos años, 17 o 18, somos amigos. Y en la pandemia nos dimos cuenta de que en Valladolid hacía falta un local disfrutón, que es como llamamos al nuestro», explica Tomás sobre cómo arrancó el proyecto, que unió la cocina del propio Tomás con el 'flow' y la capacidad de relaciones públicas de Albano. Porque Tomás acababa de dejar Jero, donde llevaba dos décadas con sus hermanos, Jero y Esther. Y Albano estaba con ganas de abrir su espacio de ocio diurno, después de años en el nocturno.

Así surgió la sinergia, encontrando el local que necesitaban en la calle Campanas, 1, en pleno centro, donde años atrás había estado el Vino Tinto Joven o el Alarcón. El 25 de agosto de 2021 levantaron la persiana de su Pico Fino, nombre que hace referencia al gusto por probar cosas nuevas y restaurantes del propio Tomás, un local con una cocina para compartir, de producto de cercanía pero original, de comida desenfada y sin vergüenza, un lema, este último, que les acompaña en el baño y en las chaquetillas que estrenan por su tercer aniversario, con un dibujo a mano de Amaya Domínguez (Rojo Cayena).

Arrancaron con un local con una sola mesa y la idea de comer y cenar en la barra, al estilo de lo que se lleva en grandes ciudades. Algo que hoy en día, con un espacio ampliado desde la pasada Semana Santa, siguen manteniendo.

En la cocina manda Tomás, que aprendió en sus inicios de su madre, «doña Josefa», como él mismo señala; y luego de sus hermanos, Jero, Esther, Inmay Yolanda: «Mi familia es la que me ha inculcado todo». También estudió en escuelas del norte de España y creció con otros hosteleros de la ciudad, como Teo o Dámaso. Junto a Tomás están Edward y Olivia. En la sala, Albano es que el domina, con un equipo de once personas.

Los platos de Pico Fino son desenfadados: «Intentamos fusionar la cocina mediterránea con productos de la tierra y toque de todo el mundo. E intentamos que sean diferentes». La carta cuenta con una treintena de creaciones, entre las que pueden destacar, por citar algunas, la chiqui-burguer, receta de Jero, hermano de Tomás, al que le llamaban chiqui cuando jugaba al fútbol en el Aramburu; la charLATAna en matrimonio de boquerones y anchoas saladas con pimientos caramelizados; el calamar braseado delhi masala fusión mediterránea; el T-Bone madurado 19 días; el pulpo braseado en salsa mojo ligeramente picante; el mejillón de roca francés con salsa de callos ahumado o los aguacates rancheros con dados de mango, tajín, atún rojo y Doritos del kiosko: «Que compramos en el de mi hermana Yolanda, 'Dulce y Salado' de La Rondilla». Cambian la carta por estaciones o temporadas y su clientela es como ellos: «Gente de media edad, de 35 años para arriba, un público que estaba olvidado, que quiere disfrutar y también tomar una primera copa». Porque con 14 mesas (8 en el interior y 6 en terraza), más la barra, Pico Fino abre cocina de 13.00 a 16.30 entre semana y domingos (a 17.00 viernes y sábados); y de 20.00 a 23.30 para las cenas, aunque se mantiene abierto para tomar algo de forma continuada. En verano cierran los domingos.

A la comida se le une una bodega con las cinco DO de la provincia y muchas referencias nacionales y francesas; además de una amplia carta de champagnes; una música 'remember', con mucho deep house; y eventos cada dos meses, donde invitan a otros cocineros a preparar creaciones que no tienen en su carta. Lo dicho, para disfrutones y gente sin vergüenza.