Mesas altas, luz tenue, música con volumen y comida informal. Así se puede resumir, en cuatro frases, lo que es La Pícara, uno de esos locales que rompió hace años con la tradición de los restaurantes de gastronomía castellana, abrazando el concepto que lo rompía por entonces en Madrid y se abría paso ya en Valladolid. «Mi hermano llevaba tiempo con ganas de trasladar el concepto 360 grados aquí. Él tenía claro lo que quería y a ello nos lanzamos, siendo por ejemplo de los primeros en doblar turno para las cenas en Valladolid», apunta Chuchi Valdivieso que, junto a su hermano Rubén, forman el grupo hostelero Altuntún.
Los hermanos Valdivieso llevan años en el sector. Comenzaron poniendo copas en Cigales, donde desde hace unos años cuentan con un local referencia de la gastronomía de la ruta de una de las denominaciones de origen de la provincia, el Clandestino. Y lideran varios establecimientos más en la capital y en Arroyo. Uno de ellos es La Pícara, que abrió sus puertas el 7 de julio de 2016 en Miguel Íscar, 17. Por entonces era un bar de copas y actuaciones, sin cocina ni salida de humos, pero los Valvidieso lo tuvieron claro desde el inicio: «Queríamos dar desayunos, vermús, comidas, cafés, tardeos, cenas y luego copas». Lo que viene siendo un local de gastronomía 360 grados.
Eligieron el nombre de La Pícara por la cercanía de la Casa Cervantes, buscando hacer un guiño al escritor, que tiene una obra de teatro vinculado a él con esa misma denominación. Su primer logo fue una señora tradicional con tintes pícaros aunque, poco después de su apertura, el artista Luis Pérez pintó a mano una pícara más moderna en una de sus paredes, que se ha quedado ya como insignia del local. Un local con techos altos y con una cocina abierta al público, para que se vea lo que se traen entre manos en los fogones, donde manda Chuchi Valdivieso que, tras formarse con varios cursos, pasó por la Escuela Internacional de Cocina.
Wok de Langostinos al Chili en La Pícara. - Foto: Jonathan Tajes«Es verdad que la carta ha ido variando algo desde sus inicios, pero hay platos que no se pueden tocar, como el wok de langostinos al chili, donde el picante se sirve en función de lo que nos pida el cliente; o el postre Macarena, un coulant de chocolate con helado de vainilla que hacemos en el momento, por lo que se tarda entre 10 y 12 minutos», explica Chuchi. No hay menú y la carta cuenta con 25 creaciones que suelen mantener fijas, aunque en época de trufa hacen platos con ese producto; o en otras rotan más propuestas con ceviche o risottos, en función del mercado. «Nuestra idea es que la carta sea informal y que los platos se puedan compartir», añade, hablando de su tagliatelle de boletus, setas, crujiente de jamón, foie y pesto de calabacín; o de la entraña de ternera al corte argentino con chimichurri; o de los chipirones rellenos de farsa de langostino y salsa thai. Su concepto 360 grados se entiende más aún con la posibilidad de cenar –mantienen aún el doble turno– con cócteles.
La Pícara abre de lunes a domingo a las 8.30 horas y solo cierre el domingo por la tarde. Con una capacidad para unos 35-40 comensales, cuenta con terraza y un espacio privado en la planta baja, para una veintena de personas, donde se realizan celebraciones, comidas de empresa... «La Pícara es nuestra oda a los planes inesperados e inolvidables en Valladolid. A ese encuentro con sabores de otro mundo, a esa chispa que aparece con un choque de copas o a esa sensación de estar en casa sin estarlo», señalan en su web. Pues eso.