Eduardo Cabanillas lleva tres meses en un cargo al que llegó con un encargo muy concreto del alcalde: modernizar la empresa con una gestión más eficaz y menos política. De momento presume de haber llegado a un primer acuerdo con los sindicatos, aunque queda mucho camino por recorrer.
¿Es un encargo posible de realizar?
Es un trabajo apasionante. El servicio que prestamos se irá transformando para cubrir diferentes necesidades. Esto requiere de un enfoque de gestión empresarial para que sea sostenible. Hay que jugar mucho con la calidad del servicio y su sostenibilidad. Eso es un condicionante importante y requiere mucha gestión interna de la empresa.
Un debe de los anteriores gerentes es la renovación del convenio colectivo. ¿Ya ha tanteado el ambiente con los sindicatos?
Esta empresa tiene más de 550 trabajadores, y lo primero que hice es reunirme con el comité de empresa para dar a conocer mi forma de actuar, que es de relación directa con los trabajadores y sus representantes. Estamos abordando temas que considero urgentes. Hay que dejar bien claro que esta empresa tiene convenio colectivo, porque podría no tenerlo, que está prorrogado. ¿Hay que meterse en primer lugar con el convenio colectivo? No.
Hemos afrontado ya algunos temas importantes para los trabajadores, donde la empresa se volcará con ellos. Y quiero que sus representantes se familiaricen con mi forma de trabajar: la relación directa y continua con ellos. El objetivo es ir metiéndonos ya en la renovación de ese convenio.
Uno de los puntos espinosos es el de los turnos, que afecta a la posible modificación de horarios y líneas. ¿Tiene un planteamiento factible? ¿Ve más flexibilidad sindical?
Es uno de los temas más complejos. Tenemos una edad media algo alta en un trabajo que requiere de actividad física. El principal problema es cómo flexibilizar, en la medida que el convenio y el acuerdo entre las partes lo permita, los calendarios. Ha sido lo primero que me encontré encima de la mesa. El objetivo es cumplir el servicio, pero hay que ser razonable. No vamos a imponer nada. Tenemos que intentar remar todos en el mismo sentido. Los calendarios los hemos adaptado a propuestas y peticiones. La tónica general es que no hay problema sabiendo que va a haber necesidad de cambios.
Había un problema con las horas acumuladas. ¿Se ha solucionado?
Lo afronté de forma inmediata. Son las acumuladas por cambios en los turnos, y eso incrementó bastante la deuda de jornadas. Además, el año pasado, por la mini reforma del Estatuto de los Trabajadores, se puso en marcha, a partir de segundo semestre, los ampliación de los plazos de las licencias cortas. Hemos trabajado para dar una solución conjunta. No es que quiera presumir, pero hemos llegado al primer acuerdo con los trabajadores desde hace ya unos años. Se ha alcanzado un pacto indemnizatorio voluntario y eso nos ha permitido reducir las jornadas, ya que un importante número de trabajadores lo ha suscrito.
Una demanda de los usuarios es adaptar los horarios a las jornadas laborales. Una modificación que choca con los turnos en Auvasa.
Está claro que hemos emprendido un camino de diálogo abierto y no de posiciones encontradas. Hemos sido capaces de dar una solución parcial, porque vamos a necesitar contrataciones y más medidas, y llegar a un acuerdo. Y eso nos permitirá seguir trabajando en temas que parecen estar aparentemente cerrados e inamovibles. Se abre la puerta para hablar y para llegar a acuerdos, y para poder conseguir, si es posible, tener otro convenio. Si hay calma social, se pueden mejorar. Para mí es más importante mejorar la posición del trabajador que la posición de la empresa.
Pero, ¿la modificación de líneas está sobre su mesa?
Lo que hay es un análisis de las necesidades de la ciudadanía respecto a la oferta de líneas que tenemos. Necesitamos información muy reciente y por eso vamos a pulsar a los vallisoletanos para ver qué piensan de las líneas, qué nos recomiendan y cómo podemos mejorar. Es un análisis que hay que hacer en el primer semestre del 2024 para, en base a eso, tomar medidas. Se analizarán las líneas, pero también la relación de los trabajadores con esas líneas. Está abierto, no es algo inamovible.
Tranquiliza que hable del primer semestre porque cada vez que se habla de análisis parece que se lanza la pelota para adelante. Y la ciudad crece y hay vacíos en el mapa de Auvasa. ¿Hay un horizonte para una ampliación?
Ahora se están celebrando consejos abiertos en los barrios, donde se capta la opinión de los ciudadanos. Creemos que son opiniones muy puntuales y por eso necesitamos el estudio de mercado para conocer la demanda real. Hay barrios que se han desarrollado y hay poblaciones diferentes a las que había hace cinco o seis años, y otras que cambiarán. Se debe prestar mucha atención a esa modificación de la ciudad desde el punto de vista de la movilidad.
Las inversiones para digitalización, financiadas con fondos europeos, también les permitirán conocer en profundidad la demanda y los usos.
Eso es un cambio importante, quizás un punto de inflexión. Los fondos nos proporcionan la posibilidad de volcarnos en unas inversiones que no se pudieron hacer antes, cuando primó la renovación de la flota, pero no se atendió la digitalización para tener un control integral y un conocimiento del movimiento en el transporte público. 2024 se va a caracterizar por las inversiones en la gestión integrada y de forma digital. Podremos hacer un seguimiento en tiempo real de nuestros vehículos, hacer simulaciones de trayectos...
En ese sentido, el nuevo centro de control será fundamental. ¿Ya ha fecha de inauguración?
Está el cascarón, el edificio lo recepcionamos a finales del año pasado. Ahora hay abiertos varias procedimientos de licitación para incorporar la tecnología del control integral. Creo que a partir de abril estará ya operativo, con todos los técnicos, inspección y toda la parte de bicicletas porque va a ser el control integral de todo el movimiento de la empresa. Esto dará una idea de vanguardia tecnológica. Pasaremos del puesto individual de control a uno compartido de visualización, donde podemos tener especialistas, que a la vez pueden estar viendo lo mismo, pero trabajando en diferentes aspectos técnicos. Y, además, vamos a poder tener también simuladores. No se trata de inteligencia artificial, pero nos va a permitir hacer cambios en tiempo real.
¿Toda la inversión se centra en tecnología?
Esto será este año, que es de tránsito, donde nos volcamos en la digitalización. Deberemos de enfocar las inversiones nuevas para el nuevo plan plurianual (2025-27).
Un plan en el que ya podrá dejar su sello porque el anterior estaba diseñado con una filosofía distinta. ¿Habrá cambios significativos?
Cada etapa hay que valorarla siempre de forma positiva porque la evolución va por escalones, y se ha cumplido una serie de ellos. A mí me toca vivir otra etapa, centrada en aprovechar la digitalización y un nuevo enfoque, obligado por la situación que tenemos. En 2025, el objetivo fundamental es, en primer lugar, trabajar con un enfoque integral de la movilidad como un servicio al ciudadano. En segundo lugar, garantizar inversiones para completar o para reforzar la sostenibilidad medioambiental y económica. La meta será tanto el rejuvenecimiento de la flota, que también, sino llegar a que el 95% de la misma figure dentro de un distintivo ecológico o cero emisiones.
Así, todas las inversiones se van a enfocar hacia una movilidad sostenible desde el punto de vista de las emisiones y de la rentabilidad económica porque en ese programa vamos a incorporar también el 'pool' energético.
Este año casi están ya en cifras de viajeros anteriores a la pandemia. ¿Están preparados para el aumento de 2.000 diarios que supondrá la puesta en marcha de la ZBE?
Eso se va a intentar conseguir sustituyendo vehículos ligeros, de 12 metros, por más vehículos articulados grandes, de 18, para poder de este modo captar más viajeros. Nuestra flota, que está en torno a 150 vehículos, podrá o deberá incrementarse, veremos cómo evoluciona la demanda. Lo que sí que es un buen signo es que se ha roto lo que supuso la pandemia para la ciudadanía. En enero vamos a estar casi en los niveles del 2019, cuando había 26 millones de pasajeros.
¿Cómo se ha logrado? ¿Han sido determinantes las bonificaciones?
Habrá sido el conjunto de una serie de parámetros donde la bonificación ha influido, pero lo realmente determinante es que el ciudadano se ha animado otra vez a coger los servicios públicos.
Ese incremento de usuarios no se traducirá en una mejora de las cuentas. ¿Qué situación económica se ha encontrado? ¿Será necesario este año una aportación extraordinaria del Ayuntamiento?
Bueno, pues seguramente. No lo descarto. Veremos cómo cerramos 2023 y si se necesita una transferencia adicional del Ayuntamiento para soportar, sobre todo, los gastos corrientes. Ahora se ha hecho la auditoría de cuentas, y estamos trabajando en las de procedimientos y de gestión, que nos darán una idea de qué hay que mejorar en la empresa. No hay que olvidar que Auvasa es pública, que tiene que respetar los servicios públicos. Cada vez que sale un autobús cuesta dinero en combustible, en reparaciones, en mano de obra,... y todos esos componentes van aumentando.
Tendremos que afinar mucho para ver cómo podemos sostenernos con las transferencias corrientes que el Consistorio tiene previstas para Auvasa e intentar evitar que haya adicionales. Eso es muy fácil decirlo, pero hay que verlo al final de cada año porque siempre surgen necesidades. Tengo como objetivo alcanzar una sostenibilidad social y económica en la empresa.
Auvasa también gestionar Biki. ¿Es deficitario? ¿Qué planteamiento de expansión maneja?
Biki tiene poca experiencia, un año solamente, pero es un servicio público necesario. Se ha comprobado que es atrayente; hemos tenido 9.000 personas adheridas al sistema, con más de 400.000 usos. Se ha multiplicado por cuatro el mejor de los usos que había antes, aunque ya sé que los sistemas no son comparables.
El primer año, tengo que dejarlo bien claro, ha sido deficitario, pero no hay que verlo a corto plazo. De hecho, hemos realizado un cambio importante, que ha supuesto más gasto: este sistema se implantó con un 75% de las bicis mecánicas y el 25% eléctricas. Pero la demanda de la eléctrica obligó a un cambio radical y hemos pasado a un porcentaje del 50%, lo que implica más gasto en mantenimiento.
Usted viene de la Junta y ahora mismo está sobre la mesa cómo plantear el transporte metropolitano. ¿Puede Auvasa dar más servicios, al igual que se plantea con Biki?
Sería un cambio y un planteamiento importante porque implica pasar de una concepción urbana a una metropolitana. No es lo mismo esa visión desde el punto de vista de los autobuses que desde el de las bicis. Es algo interesante, pero hay que estudiarlo muy detenidamente porque está afectando a otros operadores privados, que están con concesiones y que tienen su derecho. Indudablemente, si Auvasa tuviera más cuota de mercado, debería contar con otro planteamiento inversor en el plan 2025-27 porque necesitaríamos mucha más flota y más personal. Sería un cambio estructural muy importante para la empresa, que difícilmente se podría conseguir a corto plazo. Se necesitarían por lo menos unos cinco años.