Editorial

La escalada bélica en Oriente Medio amenaza el orden internacional

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La entrada de Irán en el conflicto desatado en Oriente Medio, tras la invasión terrestre de tropas israelíes del sur de Líbano para hacer frente a Hizbolá, supone una escalada bélica sin precedentes en las últimas décadas. Lo peor de esta guerra tan compleja es que no se vislumbra en estos momentos ningún líder mundial que pueda ejercer un papel de arbitraje para sentar a las partes enfrentadas y poder alcanzar un acuerdo que vaya mucho más allá de una tregua. La necesidad de una paz duradera, de unas fronteras seguras para todos y de una convivencia civilizada son exigencias que deberían haberse resuelto hace muchos años, sin embargo la complejidad interna de los estados situados en la zona impide la estabilidad deseada por Israel y el mundo occidental.

Aún sin saber dónde nos llevará la entrada de Irán en este conflicto, hay que recordar que Israel es la única democracia en ese área geográfica, donde el resto de países están dominados por autocracias e incluso en alguno de ellos, como Líbano, existe un movimiento terrorista como Hizbulá con más poder que el propio ejército libanés. Por supuesto que no es tan sencillo como para explicarlo en unas líneas, todas las relaciones y el propio pasado de la zona tienen muchas aristas y circunstancias que condicionan el presente y el futuro. No obstante, lo más grave es que no parece haber nadie en la comunidad internacional con la suficiente influencia o liderazgo para sentar en una mesa a los actores de este conflicto y negociar con la palabra unas condiciones que doten de estabilidad, desarrollo y horizonte a los millones de ciudadanos que viven actualmente en esos países.

En otros tiempos, Estados Unidos mantenía su ascendente sobre los dirigentes israelíes, pero actualmente Biden no ejerce y Netanyahu sabe que nadie le parará los pies. Por el otro lado, las divisiones internas entre los propios países islámicos, los grupos terroristas y las diferentes corrientes o ramas religiosas hacen inviable encontrar a un líder que pueda hablar en nombre de todos. Nada que decir sobre Europa, ya que cada vez es un actor más pequeño y casi sin influencia en el resto de las regiones geográficas del mundo. Vista así la situación, se antoja complicado una salida negociada del conflicto, al menos hasta que llegue el próximo presidente de Estados Unidos y pueda liderar una posición mundial. China y Rusia son las otras naciones que pueden presionar, pero quizás no sea en el sentido que las democracias occidentales buscan. En todo caso, se necesita la intervención de uno o varios líderes mundiales, descartada la ONU por su incapacidad, que puedan poner orden en la zona antes de que se desborde el actual conflicto bélico y se convierta en una guerra global. Por supuesto, los efectos colaterales en la seguridad y la economía mundiales serán muy fuertes y habrá que esperar a conocer hasta dónde nos veremos afectados por una guerra que comenzó contra el contra el terrorismo, pero no sabemos cómo acabará.