Brigitte Tiuso nunca pensó que las vacaciones que había organizado para disfrutar de la Navidad en Viena fueran a acabar tan mal. Realmente todo se torció en el camino de vuelta, cuando se subió a un vuelo de Ryanair con destino a Madrid el 26 de diciembre. Brigitte se desplaza en silla de ruedas por una lesión medular, de modo que, cada vez que realiza un viaje de este tipo, tiene que avisar con antelación para que la aerolínea active el protocolo de asistencia, que incluye el acompañamiento por parte de una persona al pasajero con movilidad reducida hasta el asiento del avión.
Y así lo hizo una vez más. "El problema es que en Viena tienen máquinas, no personas", dice Brigitte, colombiana de nacimiento, pero residente en Valladolid desde hace 24 años y jugadora del equipo de balonmano en silla de ruedas Inclusport. Es decir, en el momento de facturar hicieron lo propio con las maletas, pero no había nadie ahí para etiquetar la silla, como es habitual. Así que ella y sus acompañantes buscaron ayuda en personal del aeropuerto, ajeno a la aerolínea. "Y una persona nos dijo que hiciera sola el control de equipaje y al final habría una persona esperándome", recuerda. Así fue. Esa persona llevó a Brigitte y sus acompañantes hasta la pasarela del avión y les dejó esperando ahí hasta que entraron el resto de pasajeros. Una vez que todos se acomodaron, Ryanair facilitó a Brigitte una "silla de pasillo" con las medidas adecuadas para llegar hasta su asiento. Y a la suya la perdió de vista en ese momento, confiada en que la bajarían a la bodega y la podría recuperar en Barajas. Para prevenir, puso un cartel con su nombre en el respaldo y con la petición de que no pusieran nada encima, porque es una silla muy frágil.
Al llegar al destino, el protocolo dice que ella debe volver a salir con la silla de pasillo y la suya debe estar esperando en la puerta de desembarque. Pero, para su sorpresa, no fue así. No había rastro de su silla de ruedas en Madrid. "Me dijeron que era probable que la hubieran puesto en la cinta de equipaje", señala. Algo que, de entrada, ya cabreó bastante a Brigitte. Pero la silla tampoco estaba allí. A los pocos minutos le confirmaron que tampoco estaba en el avión.
Brigitte Tiuso antes de subir al avión en Viena.Y justo ahí comenzó su travesía de infructuosas reclamaciones y trámites. La primera queja la puso en Barajas, donde se comprometieron a escribir a Ryanair Viena. Trató de hacer una gestión exprés para que metieran su silla en otro vuelo que llegaba de Viena unas horas después, pero finalmente se canceló. A esas alturas, Brigitte ya era consciente de que no iba a recuperar su silla corto plazo, dado que estos trámites son complicados y, sobre todo, lentos. Muy lentos.
Así que vino a Valladolid con la silla del aeropuerto, que no es nada funcional para ella. Una vez aquí, empezó el calvario de llamadas. A Barajas. A Ryanair. A Viena. A la Policía. A organizaciones de consumidores. Todo, de momento, para nada. "En Ryanair Viena nos dijeron que había aparecido una silla, pero resulta que después no era la mía", dice. Brigitte se queja de que la aerolínea "no hace nada". "Cada vez que llamas te contesta una persona diferente, una es borde, otra no ayuda, otra no sabe… y al final no sabemos nada, no quieren mover un dedo ni hacerse responsable", lamenta.
La silla de Brigitte no es una silla cualquiera. Está hecha a medida y es imprescindible para que pueda llevar una vida normal. Sin ella no puede, por ejemplo, ir al baño ni cocinar. Por no poder, no puede ni salir de casa con un mínimo de seguridad ni moverse con soltura por su hogar. "En resumen, no puedo vivir", dice.
Aparte de todas estas molestias, hay que tener en cuenta que el coste de la silla supera los 5.000 euros. "Tiene un respaldo ligero para poder subirla en el coche, las ruedas son especiales para impulsarte mejor y el reposapiés no es abatible, es fijo, para que no se enganchen los pies", explica.
Ella no pierde la esperanza de que su silla aparezca. "Ryanair no alcanza a imaginar lo que significa para mí, es como si me hubiese roto el fémur, estoy imposibilitada sin ella", concluye. Una batalla que, por ahora, no ha dado resultados.