Inteligente, humilde y conciliador. Estos son algunos de los calificativos que utilizan para definirlo los compañeros de Ricardo Blázquez Pérez, arzobispo de Valladolid, que hoy mismo ha sido elegido presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) en sustitución del cardenal Antonio María Rouco Varela.Actualmente ocupaba la vicepresidencia de esta institución religiosa.
La Presidencia no es una responsabilidad nueva para él. En 2005, el entonces obispo de Bilbao, fue nombrado, contra todo pronóstico, presidente de la CEE tras imponerse en una apretada votación a Rouco Varela. Un apoyo que perdió en 2008 cuando, también contra todo pronóstico y rompiendo la tradición, no consiguió la mayoría de los votos para renovar un segundo mandato, y la Presidencia volvió a manos de del cardenal Rouco Varela.
Hay que recordar que en estas particulares elecciones no se presentan candidaturas y que son los propios obispos en una votación de sondeo, que no es vinculante, los que deciden quiénes son los prelados que pueden optar a la Presidencia. Para el puesto de presidente y vicepresidente son elegibles todos los obispos diocesanos, en la actualidad son 68, y hay 80 con derecho a voto. Eso sí, para ser elegido hace falta cosechar la mitad de los votos.
Apoyo del Vaticano. Entonces, ¿qué ha cambiado ahora para que sea el favorito para ocupar este puesto? Los obispos españoles apuestan por un nuevo presidente en sintonía con el Papa Francisco, y el «favorito» es Blázquez.
Todo se puede resumir en el mensaje que Francisco le transmitió recientemente al arzobispo de Valladolid, donde le recordaba que «un pastor no se puede dedicar a peinar a las cuatro ovejas que le han quedado en el redil mientras el resto del rebaño está fuera del aprisco y medio perdido. Es necesario salir a buscar el resto del rebaño, aunque eso supone correr riesgos». Unos riesgos para los que está dispuesto Blázquez, ya que como recordaba recientemente, en una entrevista con El Día de Valladolid, hasta ahora ha «podido responder a la Iglesia» en las cosas que le ha podido. Es más, el pasado viernes aseguró públicamente que estaría «encantado» de presidir de la Conferencia Episcopal a pesar de que eso supone «más» trabajo.
Además, el cardenal arzobispo emérito de Sevilla, el vallisoletano Carlos Amigo, ha reconocido públicamente que le «gustaría» que Blázquez presidiera la Conferencia Episcopal Española, aunque «sin excluir a otros candidatos».
Carácter. Trabajo, constancia y compromiso han sido las guías en la trayectoria de este castellano viejo desde que comenzó sus estudios en el Seminario de Ávila para después ser ordenado presbítero en 1967. El abulense es doctor en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma y ejerció su docencia en Ávila y en la Universidad Pontificia de Salamanca, donde fue profesor de Teología, decano y vicerrector. En 1988 fue nombrado obispo auxiliar de Santiago de Compostela, en 1992 pasó a ser obispo de Palencia, y entre 1995 y 2010 fue obispo de Bilbao, para llegar ese mismo año a Valladolid, donde se convirtió en el 14º arzobispo en ocupar la Cátedra de la provincia, sustituyendo como pastor de este Arzobispado a Braulio Rodríguez Plaza, nombrado en abril de 2009 arzobispo de Toledo. Precisamente, el nombre de Braulio Rodríguez también se ha barajado en este proceso.
Aunque parece que los prelados se decantarán por el carácter conciliador de Blázquez. No es un hombre de rupturas, como tampoco las quiere el Papa Francisco. Su carrera eclesiástica brillante y su prestigio teológico se complementan con su apuesta por el diálogo. Una forma de ser que se visualizó muy claramente en su etapa en Bilbao frente a los recelos iniciales de los nacionalistas sobre él, que les llevaron a asegurar que «el tal Blázquez» no sería bienvenido.
El órdago no amilanó al entonces obispo que prometió que aprendería euskera. «Loro viejo no aprende a hablar», le replicaron, pero el obispo cumplió. Y es que Blázquez puede presumir de ser políglota. Habla alemán e italiano; tiene amplios conocimientos del inglés y del francés, además de dominar el gallego y el hebreo.
Polémica. Aunque este talante conciliador no le ha evitado verse envuelto en más de una polémica. Una de las últimas, recién llegado a Valladolid, le enfrentó con la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Saénz de Santamaría. Así, Blázquez tuvo que desmentir unas declaraciones suyas en las que supuestamente cuestionaba la idoneidad de la vicepresidenta como pregonera de Semana Santa al estar casada por lo civil.
Su moderación tampoco evitó tampoco que su etapa al frente de la Conferencia Episcopal fuera intensa por la oposición de los obispos a muchas de las leyes aprobadas por el Gobierno de Zapatero.