Oculto, como si de un tesoro se tratara, e integrado perfectamente en el paisaje, Tierra de Campos puede presumir ya de contar con un singular oasis y con una nueva fuente de riqueza que, en verano, también vendrá a dar una pincelada de color a sus agostados paisajes cerealistas.
Con una superficie próxima a las 100 hectáreas -1.200 metros de largo por 800 metros de ancho- y una profundidad de diez metros, la balsa construida entre los términos municipales de Boadilla de Rioseco (Palencia), y los municipios vallisoletanos de Villalón de Campos, Herrín de Campos y Villafrades, la más grande de toda Castilla y León, es capaz de almacenar una decena de hectómetros cúbicos, cantidad que permitirá que el próximo año se ponga en marcha en estas cuatro localidades un plan de regadío que ha permitido la transformación de 2.135 hectáreas de secano.
Con las mismas medidas de seguridad que si de una gran presa se tratara, incluido un plan de emergencia, este proyecto del Instituto Tecnológico y Agrario de Castilla y León está a punto de culminar tras una inversión superior a los 50 millones de euros. Estos días se apuran las obras de las redes de riego y de la estación de bombeo que impulsará el agua desde la balsa a los hidrantes de las parcelas, informa Ical.
Pero además, la agricultura no será la gran beneficiada de este proyecto. Las exhaustivas medidas medioambientales que se han empleado en su construcción y su ubicación en una zona ZEPA, pueden convertir esta inmensa laguna en un refugio de aves. Las primeras colonias de patos y de cormoranes ya se han instalado y en previsión se ha construido, fuera del recinto de la balsa, una zona de recreo que incluye una caseta de avistamiento de aves.
Este inmenso charco se sitúa a unos veinte kilómetros de distancia del espacio natural de La Laguna de la Nava, un humedal artificial que constituye un importante espacio natural de la Comunidad, por lo que la balsa, que cuenta con un protocolo por el que nunca llegará a vaciarse del todo, puede convertirse también en zona de refugio y cría de los abundantes contingentes de aves migratorias.
Además, se han colocado cajas nido y posaderos para las aves tales como lechuzas, cernícalos, mochuelos, gorriones y varias especies de murciélagos, y se han construido pasos de anfibios y reptiles.
Historia
El desarrollo de esta zona regable en Tierra de Campos parte se remonta a la década de los 90 y a los compromisos adquiridos por la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) cuando, tras rechazarse el proyecto de la presa de Vidrieros (Palencia), en el río Carrión, se realizaron las obras del canal de trasvase desde el Cea al Carrión, como solución provisional para aportar recursos adicionales a las zonas regables dependientes de este río.
Así, la construcción del canal incluía, entre las condiciones de expropiación, la dotación de agua a los municipios afectados para la transformación en regadío de una superficie proporcional a la superficie expropiada.
De esta forma, la superficie comprometida por la CHD como consecuencia de las obras del canal fue de 472 hectáreas, que ni de lejos cubría la demanda y el interés de los agricultores de la comarca que estaban interesados en la transformación de secano a regadío. A la vista de ello, y tras encuestas realizadas a los propietarios, desde la Consejería de Agricultura Ganaderia y Desarrollo Rural se hizo una propuesta de área de transformación que contempla la transformación en regadío casi 5.000 hectáreas, repartidas en cinco sectores.
El primero, en Galleguillos (León), ya lleva años en marcha y afecta a 170 hectáreas. El cuarto, de 2.135 hectáreas, el más grande, se abastecerá gracias a esta balsa, que fundamentalmente almacenará aguas invernales para no comprometer los consumos estivales concedidos por el canal. Mientras que el quinto, con 1.220 hectáreas afectará a las localidades palentinas de Guaza, Frechilla, Autillo y Fuentes de Nava y se está planificando en la actualidad. Los otros dos sectores se sitúan en los términos de Arenillas y Melgar de Arriba, con 610 hectáreas, y en Santervás, Villacarralón y Fontihoyuelo, con 910 hectáreas.
El subdirector de Infraestructuras Agrarias del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León, Rafa Sáez, reconoce que este tipo actuaciones son puntuales y que no pueden ser la solución para acabar con el déficit de regulación que sufre la Comunidad, dado que su coste, en función del agua embalsada, es mucho mayor que una presa y que su ejecución requiere unas condiciones técnicas que no se pueden extender a todos los lugares.
Sequía
Además, Sáez considera urgente e imprescindible que la cuenca del Duero incremente su capacidad de regulación, dado que es la única garantía de poder garantizar el abastecimiento y el regadío en los ciclos de sequía, a la vez que argumenta que mientras la capacidad de regulación del Guadiana es del 214 por ciento, la del Guadalquivir del 114 por ciento o la Tajo el 90 por ciento respecto a las aportaciones de agua de la cuenca, en el Duero no llega al 30 por ciento.
A su vez, apunta que el cambio climático está provocando una reducción de las precipitaciones y ciclos de intensas lluvias seguidos de otros de extrema sequía. “Si queremos mantener el regadío, que hasta ahora se convertido en una de las mejores fórmulas para luchar contra la despoblación en el medio rural, dado que multiplica por tres la densidad de población y por seis el número de jóvenes que se incorporan al sector, está claro que debemos afrontar los efectos del cambio climático antes de que sea demasiado tarde e incrementar nuestra capacidad de regulación”.
En este sentido, Sáez se remite a un estudio de la Universidad de Burgos y de la Asociación de Comunidades de Regantes de la Cuenca del Duero (Ferduero) donde se pone de manifiesto la necesidad de incrementar hasta el 50 por ciento la capacidad de regulación en el Duero, a la vez que hace un llamamiento a la Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico para que ejecute las obras previstas en el Plan Hidrológico del Duero: dos balsas en el río Órbigo, dos presas en el río Carrión y una más en el Cega a la altura de Lastras de Cuéllar (Segovia).
En la actualidad, la Consejería de Agricultura Ganadería y Desarrollo Rural plantea a medio plazo la transformación de unas 40.000 hectáreas de regadío, la mayoría en la zona pendiente de Payuelos (León), con más de 12.000 hectáreas, y en otros sectores de La Armuña (Salamanca), con 16.000 hectáreas, a las que suman otros proyectos más pequeños en Valderas (León), Valdavía y Cea Carríon (Palencia), asociados a la regulación de Lastras en Segovia, o Arlanza (Burgos).