Créanme cuando les digo que el oficio de periodista es, probablemente, el más bonito del mundo, pero también uno de los más desagradecidos. Por ello, pretendo con estas líneas no relatarles un acto de tristeza sino de reconocimiento a uno de los mejores periodistas económicos que he conocido: Carlos Humanes.
En la Fundación Diario Madrid, un periódico que fue cerrado pues se dedicaba a tocarle las narices a Franco cuando estaba vivo, Miguel Ángel Aguilar fue el encargado de celebrar un funeral laico en recuerdo de nuestro compañero fallecido. Aguilar confesó que tiene envidia de la Iglesia y las Fuerzas Armadas pues solo ellos saben despedirse de la gente como corresponde. Con su habitual humor ácido, aseguró no ver ningún indeseable en la sala sino amigos y compañeros y recordó a los asistentes que en este evento no se iba a repartir nada por lo que aplaudía doblemente a los asistentes. Del finado se dijo que realizaba un periodismo sin mercenarios, que era capaz de explicar cómo la deuda privada se hizo pública y cómo en Telecinco decía cosas insólitas en la convicción de que en su informativo de madrugada no le escuchaban ni los propietarios de la cadena.
Manuel Pizarro defendió de Humanes que siempre le advirtió sobre los peligros de algunas gentes y por encima de todo fue un amigo que no falla. Pizarro ha sido presidente de la Bolsa, de las Cajas de Ahorro, de Endesa, candidato por el PP y era el abogado del Estado en el caso Rumasa, así que conoce un poco la condición humana.
Fernando González Urbaneja, que ha fichado en su vida a más de 200 personas entre los que se encuentran algunos de los periodistas más conocidos de este país, fichó a Carlos, primero, para El País y, luego, para Cambio 16 y siempre destacó de él lo bien que se enteraba de las cosas y cómo se adaptó al oficio de periodista.
El que fuera jefe de la Bolsa de Madrid, Blas Calzada, subrayó que era un hombre capaz de hacer una excelente crónica bursátil divertida en un día anodino y Diego Carcedo destacó de él su capacidad para el diálogo.
Pepe Oneto, muy afectado, recordó las palabras del genial Kapuscinski señalando que las malas personas no pueden ser periodistas. Mi padre, Miguel Ángel García-Juez, no pudo participar pues recorrió todas las fundaciones de Madrid menos aquella en la que se celebraba el acto. Ya en el coctel, comentó que la habilidad que tenía Carlos para decirle a César Alierta o a Ignacio Galán cómo debían gestionar la compañía era proverbial. También recordó que tanto Carlos como él, comenzaron su vida laboral con 16 años de botones en un banco. Cuando se lo contaron a Alfonso Escámez que llegó a presidente del Banco Central, el murciano les sentenció, no se engañen ser presidente de un banco tampoco es una cosa tan excepcional.
Entre otras cosas, los buenos periodistas crean escuela y Carlos Humanes, además de hablar sobre Carlos Slim o Bill Gates hace 20 años, creó un periódico económico en Cuba que todavía permanece y no se hizo rico por tres meses al desarrollar la primera plataforma en la red sobre fondos de inversión. El Boletín, que también pervive ha sido su creación más notable y de la que han salido gente como Julio Pastor, dircom de FCC, Eva Ruíz-Hidalgo, subdirectora de Invertia, Donald Peña, del INE o Manuel López Torrens, adjunto al director de Voz Populi. Manel, que le quería casi más que a su padre, dijo de Humanes que llenaba la pantalla como los actores buenos de Hollywood y afirmó que nunca había visto dar broncas más justas, corregir mejor los titulares o sentenciar un dilema en cuestión de segundos.
Por teléfono en directo entró Aurelio Pedroso, el auténtico hombre de la Habana, capaz de solventar toda clase de problemas en la Isla y que aplaudió la capacidad de Carlos de tertuliar con los mejores.
Su hermano, Miguel Humanes, comentó que siempre fue muy coqueto y que le limpiaba con cinco años los zapatos tras abonarle los servicios. Y como, además, era amigo de los titulares vino a morir de cáncer de páncreas el 13 de noviembre; el Día Internacional del Cáncer de Páncreas.
Prueba de ese hombre presumido que siempre fue, y del cuidado por su imagen, puso el broche de oro su sobrina de ocho años que resaltó que a pesar de ser muy gruñón la llevaba de compras, ¡vámonos de Pretty Woman! le decía, y cuando empezó a estar malo seguían esa misma tradición, pero a través de internet. Descansa en paz compañero y vaya este homenaje como prueba de que los periodistas también nos ocupamos de los nuestros, pues si no, ¿quien lo iba a hacer?
Entre el público asistente estuvo un montón de profesionales de la información, que igual no salen en la tele, que seguro que ustedes no conocen, pero que a mí me han hecho amar este oficio, que solo se aprende ejerciéndolo muchos años.