Félix, al regresar hace unos cuantos días de un viaje, me encontré con vuestra invitación y la de Carmen Castaño para asistir a la presentación de vuestro «logotipo» para la Seminci (Semana Internacional de Cine de Valladolid). Os lo agradezco (aunque con retraso), pero no hubiese asistido en ningún caso, como te dije en su momento. No me atraen las cuestiones protocolarias y ser un 'freelance' me da la prerrogativa de elegir y decidir, cosa que si fuese una empresa no podría hacer. Gracias, en todo caso. También me enteré de la polémica (redes, encuestas, discusiones, etcétera) que desencadenó el cambio, que tal vez fuese necesario, aunque esto es opinablea al margen de que el Ayuntamiento y la Dirección de la Seminci quisieran deshacerse de la anterior imagen (icono) de la Semana de Cine. 

Félix, quiero apuntar algunas consideraciones que pudiesen ayudarnos a todos a entender todo este carajal. Para empezar 'los labios de la Seminci' (1984) son más una imagen que un logotipo. Pese a haber trabajado en dos agencias de publicidad como director de Arte en los años 70, creo que no soy buen autor de 'logotipos' porque no dispongo de la capacidad de síntesis y geometrización necesarias para conseguir un producto abstracto. Tampoco me preocupo ni me preocupa estar actualizado en lo que son las tendencias ni las modas estéticas dominantes. Como pintor figurativo que soy, para referirme a la realidad tiendo a la descripción y a la narración y, si me apuras, a lo literario … cosas que construyen o quieren construir un 'producto' más emocional (o emocionante) que racional. 
De este modo me acerco más a los demás, soy uno de ellos. Cuando llegaron Fernando Lara y su equipo a Valladolid para hacerse cargo de la Seminci, que estaba en las últimas, me encargaron una nueva imagen para el festival que sustituyese al Lábaro, la Carabela y la Espiga (antigua imagen de la semana de cine).

En tal encargo me apuntaron lo que querían: recuperar el cine de autor y también el amor al cine (palabras textuales). Me pidieron varias propuestas en torno a este último concepto. Entre las que aporté (y que conservo), eligieron los labios. Elegí (en este caso, yo) los labios por entenderlo como un signo universal de amor en todas sus vertientes, los rodeé de un soporte celuloide (fotograma) y elegí una tipografía de letra rota de máquina de escribir, a modo de 'télex'.

Ellos necesitaban un cartel con esa imagen para 1984 y que esa imagen sirviese a modo de logo para las ediciones sucesivas. Quiso ser, y fue, la imagen que hablaba de los nuevos tiempos, como contraposición al 'antiguo régimen'. Otra estética que fuese más acorde con el «nuevo» contexto social: la recientemente estrenada Democracia, el esfuerzo colectivo, la ruptura de tabúes, el abandono de aquel tiempo de plomo … otra estética que hablase de emoción. Tal vez estos tiempos de ahora sean otros 'nuevos tiempos' que requieran un cambio de imagen para la Seminci, un nuevo logo. Al margen de las opiniones vertidas en las redes y en las encuestas. El asunto es, como tú sabes, opinable. Aquellos labios estaban compuestos de textura, asimetría e imperfección; una imagen cuya procedencia era el imaginario colectivo. Una imagen, Félix, que es como la mayoría de nosotros y el amor mismo: poliédrica, asimétrica, imperfecta y emocionante. Y aquí está, tal vez, la razón de que se haya producido y se siga produciendo esta reacción colectiva contra vuestra (incluidos Ayuntamiento y Dirección de la Seminci) nueva propuesta de logotipo. Esto, unido al hecho de que los tiempos que vivimos serán 'nuevos' para lo que sea, pero son claramente tiempos de involución y de conservadurismo (por decirlo blandamente); en este sentido creo que el nuevo 'logo' encargado y elegido responde bien al encargo al saber traducir este 'tiempo nuevo' a base de simetría, opacidad y perfección.

Félix, repito mi agradecimiento por vuestra invitación y vuestro recuerdo público, pero ocurre que toda mi vida (en este caso profesional) perseguí ser lo más comprometido que supiera y pudiera al tiempo de ser lo más independiente posible. Intenté, intento y seguiré intentando crear un universo de imágenes en las que se aúne lo personal y lo colectivo, reunir la estética con la ética, bebiendo de fuentes populares (conciencia política, solidaridad y amistad). Aquellos labios llegaron a mí de esas fuentes que menciono y por esa condición, tal vez , se hicieron patrimonio colectivo, y esto creo que es indestructible. 

Esto, que algunos desprecian, para mí fue y es la piedra filosofal, porque de esta manera eres tú mismo diluido y acogido por todos (no por todos, claro). 
Dos anécdotas. En una ocasión, en una casa de comidas y reponiendo fuerzas de un trabajo mural, vi a dos mujeres tejiendo muy afanosas unos jerséis con imágenes que me resultaban conocidas. No sabían de dónde las habían sacado, pero allí estaban tejiendo tan orgullosas. Aquellas imágenes eran mías. No les dije nada, pagué y me fui tan contento. A los tres o cuatro días se acercaron a mi mesa y me regalaron un jersey. 

En la antigua Acequia, hace muchos años, recalamos Miguel Suárez, amigo y extraordinario poeta (muerto ya), y yo, mientras unos flamencos se arrancaban a cantar con este o aquel palo, esta o aquella letra. Me di cuenta de que Miguel se echaba a llorar. Pagamos los claretes y nos fuimos por aquellas calles de madrugada y Miguel, con una congoja y una alegría que se daban la mano, me dijo que aquella letra era suya sin saberlo los cantaores.

Otra cosa, también a modo de acotación esclarecedora: esos laureles dorados laterales que en Murcia o en La Coruña, o donde sea, son únicamente un signo de premio, de reconocimiento o de éxito, aquí, en Valladolid, se leen como uno de los 'indelebles' vestigios de Franco que con la laureada le agradeció a Valladolid los servicios prestados cuando la Guerra Civil. Ese contexto sociopolítico no puede ignorarse a la hora de construir una estética.

Y finalmente: la propiedad intelectual sobre 'los labios de las Seminci' la tuve y la seguiré teniendo siempre. En lo que se refiere a derechos de autor, y en documento que lo acredita (siendo director de la Seminci Angulo), los cedí (los regalé) a la ciudad de Valladolid, a sus ciudadanos. Tanto los derechos anteriores a la fecha de ese documento, como los posteriores (hasta la fecha en que haya otra imagen de Seminci). Lo hice para evitar apropiaciones indebidas y posibles.

Félix, preferí este medio – la prensa – para contestar a tu penúltimo 'Whatsapp' dada la dimensión que iba adquiriendo la polémica sobre «los logos», una dimensión pública (como debe ser). Espero que entiendas esto como lo que es: algunas anotaciones que nos puedan ayudar y que nos vendrán bien para entender lo que pasa más allá y más acá de nuestra propia visión.