La vida de Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares, 1547-Madrid, 1616) es tan apasionante como su literatura. Fue un hombre de letras, de armas y de amoríos. Desde recaudador de impuestos para la Hacienda real a militar en la famosa batalla de Lepanto. Incluso fue hecho preso por apropiarse de dinero público.
Esa intensa existencia se vio reflejada no solo en sus escritos sino también en su día cotidiano, como lo demuestran las dos nuevas firmas del autor de El Quijote, descubiertas en sendos documentos de 1590 localizados en el Archivo de Protocolos Notariales de Sevilla por el investigador José Cabello Núñez. Un estudioso que también ha encontrado otros 27 documentos inéditos que arrojan luz sobre la vida de Cervantes.
Además, este archivero de la Puebla de Cazalla, en Sevilla, y estudioso cervantino tiene descubiertas un total de cinco rúbricas, así como 60 documentos que corroboran la larga relación del escritor con la ciudad y la provincia hispalense, donde estuvo entre 1587 y 1601.
Los dos nuevos testimonios notariales que contienen las firmas inéditas de Cervantes, ambos suscritos en el verano de 1590, son una carta de pago fechada el 13 de agosto en la que el escritor, declarándose vecino de Sevilla, reconoce haber recibido de Agustín de Cetina, pagador de las Armadas Reales, 82.278 maravedís que le libró el proveedor general Antonio de Guevara en Madrid el 22 de agosto de 1588.
En esa misiva no consta expresamente el motivo por el que recibe ese dinero, si bien Cabello Núñez destaca que «es de gran interés» que al no conocer el escribano público a Cervantes, este tuvo que presentar a dos testigos que lo identificaran, y que estos son su criado Juan Gómez de la Hermosa, que vivía con Cervantes en su casa, y el afamado platero Hernando de Ballesteros, lo que confirmaría su trato cercano con representantes del arte de la ciudad.
El segundo documento con la firma del autor es un título de obligación, otorgado por el escritor el 18 de septiembre de 1590, pero en este, a diferencia de lo manifestado en la anterior carta de pago, Cervantes dice ser vecino de Esquivias, arzobispado de Toledo.
Este diploma se suscribe porque Cervantes, junto a su compañero Juan de Manzanares, alguacil mayor de la Proveeduría General de las Galeras y Armadas, vecino de Sevilla, que ejerce como su fiador, compra al mercader Damián de Ribas 52 varas y tres cuartas de tafetán negro en doblete y un tejido de seda labrada muy delgado utilizado para la confección de indumentaria ceremonial.
Lo compró al precio de siete reales y cuartillo la vara, comprometiéndose al pago de 382 reales y medio, y al igual que en la ocasión anterior, Cervantes presenta a dos testigos que dicen conocerle, que en este caso fueron Francisco de Laguna, vecino de Madrid y portero de cámara de Su Majestad, y Pedro Suazo Ibáñez, vecino de Sevilla.
Entre los 27 documentos ahora localizados por Cabello Núñez en el Archivo de Carmona y en el Histórico de Sevilla, publicados todos ellos en la revista especializada Anales Cervantinos, hay ocho que acreditan, por primera vez, la presencia del autor en Alcalá de Guadaíra (Sevilla), en el mes de febrero de 1590, y que incluyen a esta localidad, junto a Carmona (Sevilla), en el radio de acción donde recogía el aceite que necesitaba para atender las necesidades de la Armada real.
Entre esos ocho textos hay tres poderes, tres cartas de pago, una declaración y una carta de obligación, otorgadas en Sevilla y en Alcalá de Guadaíra entre el 13 de febrero y el 3 de agosto de 1590, que certifican que Cervantes sacó aceite de esta localidad el 9 de febrero, mismo día que el cabildo de Carmona se reunió para tratar sobre su visita.
Cobrar tres años tarde
Seis vecinos de Alcalá de Guadaíra, uno de ellos un labrador llamado Juan de Mairena, y tres de Sevilla son quienes intervienen en estos nuevos documentos notariales y certifican que Cervantes obtuvo 406 arrobas de este producto en Alcalá de Guadaíra a un precio que oscilaba entre 10 y 11,5 la arroba, cuando en Carmona se pagaron 13 reales por cada una.
Los otros documentos, fechados entre el 15 de abril de 1590 y el 25 de marzo de 1593, son poderes notariales otorgados en Carmona y Sevilla por pasteleros, clérigos, arrieros, labradores, cobradores de alcábalas y el comisario real de abastos Pedro Gómez de la Hermosa, y algunos de ellos dan cuenta de que aún no han cobrado en 1593, tres años más tarde, las arrobas de aceite que Cervantes sacó para la Armada.
De esos títulos, Cabello Núñez destaca una misiva de pago suscrita en Carmona el 16 de septiembre de 1590 por el arriero Juan Chico, quien percibe 46 reales por el transporte de 46 arrobas de aceite que en febrero de ese mismo año llevó desde Arahal (Sevilla) para el servicio de las galeras, dando a entender que ese aceite pertenecía a las partidas sacadas por Cervantes. En tal caso, es en 1590 cuando se vincula por primera vez los nombres del escritor y de esta localidad sevillana.
Estos nuevos hallazgos ponen de manifiesto una vez más la intensa supervivencia del autor más importante en lengua española durante los siglos de Oro de la literatura en castellano.