El gigante –o no tanto– con pies de barro que Pedro Sánchez construyó a partir del resultado electoral del 23-J vive tiempos convulsos... si es que ha dejado de tenerlos desde el preciso instante en el que decidió pasar por el aro del independentismo catalán que, encarnado en la 'tiránica' figura de Junts, ha exprimido hasta la extenuación cualquier asunto que ha estado encima de la mesa. La amnistía es la vergonzante joya de la corona en esa negociación, generando revuelo en la Cámara y en las calles. Desde entonces, poco o nada ha permanecido impermeable al vaivén constante del que vive bajo la espada de Damocles. Un Ejecutivo que emana debilidad por todos los poros de su piel. Otro 'enanito' más en el jardín de Sánchez de estos poco más de cien días como presidente fueron los comicios en Galicia, donde el PSOE, tras una estrategia electoral de muy dudosa valía, firmó uno de los resultados más sonrojantes que jamás se podrían haber llegado a imaginar. Por el contrario, y siguiendo la ley de los vasos comunicantes, el PP salió reforzado impulsando, además, el liderazgo de Núñez Feijóo.
Ahora ese particular jardín del presidente cuenta con otro invitado más, aunque en este caso la talla del mismo es, si cabe, de mayores dimensiones. La corrupción es –o debería ser al menos– uno de los conceptos más denostados entre la clase política. Los resultados, por ahora, están siendo muy duros para el partido del puño y la rosa, que ha visto cómo le ha estallado el 'Caso Koldo' en plena negociación con los separatistas. De Málaga a Malagón, que diría el aforismo...
En primera instancia, el escándalo a cuenta de las mascarillas ha supuesto que un diputado que otrora lo fue absolutamente todo en el partido, José Luis Ábalos, tanto a nivel orgánico como institucional, pasara al Grupo Mixto. Ahora la sombra de la sospecha se cierne sobre la presidenta del Congreso, tercera institución del Estado, Francina Armengol. La que fuera presidenta de Baleares fue incapaz de ofrecer en una comparecencia pública datos y fechas fundamentales para aclarar el oscuro horizonte que se avecina. No dijo quién facilitó a su Ejecutivo el contacto de la empresa vinculada a Koldo García y señalada por la Fiscalía Anticorrupción como la repartidora de comisiones, ni tampoco por qué la reclamación del dinero por el defectuoso material recibido llegó con tres años de retraso.
Lo que puede resultar peor de todo es que esto solo sea la punta del iceberg, y que todavía no hayan salido a flote más nombres propios y más casos relacionados con la compra de material sanitario durante la pandemia. En qué medida Sánchez sea capaz de 'convivir' en su jardín con enanitos dejará ver cierto halo de esperanza para la legislatura o, por el contrario, será la crónica de una muerte anunciada.