Medio siglo de discotecas en Valladolid

M.B.
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La capital llegó a tener 21 discotecas o salas de fiestas en los años 90 aunque sus inicios, con ese término, datan de los 70. Coocon, Moss, Maraca y Tintín llevan cinco décadas abiertas desde que se llamaban Atomium, Rinumar, Pussy Cat y Pierrot

Atomium (hoy Coocon) tenía en los primeros años una sala de cabinas similar a un ovni.

Hubo un tiempo en el que los vallisoletanos lo dábamos todo en Atomium, Rinumar, Pussy Cat o Pierrot. Poco después lo hacíamos en Ven ya, La Perindola, Hippopotamus u Odiss. Pero el tiempo, y los nombres, fue pasando y ahora lo hacemos en Coocon, Moss, Maraca y Tintín, las cuatro discotecas que cumplen o han cumplido el medio centenar de años desde que un día abrieron sus puertas para coger el testigo de lo que hasta entonces habían sido clubes o boites, o salones de baile o de juventud, y se mantienen en activo.

Porque en los años 70 del pasado siglo llegó a Valladolid el término discoteca. En la zona del mediterráneo se llevaba unos años con él –se dice que la primera implantada en España fue 'Hacienda' en la localidad alicantina de Jávea en 1966–. Por entonces en la capital castellana se bailaba al ritmo de la música en directo en el Landó, en el 400, en la Sala Ross, en el Blancamari, en el Blanco y Negro y en el Yate Club, entre otros. Allí no había Djs ni cabinas, solo actuaciones en directo. Muchos de esos locales míticos fueron desapareciendo. A su vez surgían otros nuevos, ya como discotecas, como Atomium, Rinumar (aunque hay dudas sobre el nombre exacto), Pussy Cat o Pierrot.

Atomium ha celebrado este 2024 sus Bodas de Oro bajo el nombre de Coocon, en la calle Pasión. «Tres plantas diferentes, tres ambientes distintos para disfrutar de una gran discoteca», tenía como lema el local que abrió sus puertas el 28 de febrero de 1974. Lo hizo de la mano de Antonio Robles, zamorano de Fermoselle que residía en León, donde dos años antes levantó las verjas una Atomium. «Mi padre conoció al propietario de aquella primera y se asociaron para abrir en Valladolid», recuerda su hijo, José Antonio Robles. 

Hippopotamus fue el segundo nombre que se dio a lo que hoy es Maraca.  Hippopotamus fue el segundo nombre que se dio a lo que hoy es Maraca. La sala se inauguró con sus tres plantas actuales, aunque por entonces todo era diferente: abría todos los días de la semana, incluyendo una sesión matinal los domingos; tenía sofás, servicio en mesa y una cabina en forma de ovni en el medio que se veía desde cada una de las plantas. «Era la época en la que había un señor con gorra con una taquilla en la calle, cortando entradas. También alguna vez había policías nacionales de porteros, ya que se les permitía hacer horas extras», rememora José Antonio.

En 1985, la discoteca cambió de manos y pasó a los hermanos Arranz, luego dueños del Siete Siete. Se llamó durante unos años 'Ven ya', hasta que volvió a ser Atomium. En los 90, una nueva sociedad de seis empresarios se hizo cargo, con el nombre de Bagur. Y casi un cuarto de siglo después, en 2011, pasó a denominarse Coocon Club, con el que ha celebrado esas bodas de oro. Por su sala han pasado famosos como Lola Flores, Marlène Mourreau o Lolita, como invitados. Tiene una capacidad para unas 500 personas, cuenta con seis barras y mantiene varios ambientes.

De esos años –«la primera licencia de discoteca data de 1972», asegura uno de sus gerentes, José Antonio Herrero– es la actual Maraca. Aunque hay muchas dudas sobre los inicios, lo que es seguro es que su primer nombre fue Pussy Cat. La abrieron dos hermanos vallisoletanos que se casaron con dos mujeres de origen nórdico; y en su interior había actuaciones en directo, al estilo de Moulin Rouge.

En los años 70 eran normales las sesiones de día. Esta en Atomium.  En los años 70 eran normales las sesiones de día. Esta en Atomium. Su historia pasa por denominaciones míticas, como Hippopotamus, con bambú en la entrada (se ve en una de las imágenes que acompaña a este reportaje); y Wall Street. Hasta que en 2000, ya como La Maraca, lo cogieron sus actuales dueños. «Durante los 80, conocida como Wall Street e Hippopotamus, reinó imponiendo un nuevo estilo de trabajar el mundo de la noche», se recoge en la historia de la sala del Paseo Zorrilla. «Luego de hacernos con ella, cambiamos el nombre a Maraca, sin en La», recuerda Jorge del Río. Hoy abre viernes y sábados noches con una capacidad para unas 500 personas.

Sin un año seguro de apertura, aunque también alrededor de los 70 es el origen de Moss Club, en la Feria de Valladolid, en la avenida Ramón Pradera. El recinto ferial data de mediados de los 60 y muchos ponen esa fecha como el primer local, aunque las primeras referencias se sitúan en los años 70, con el nombre de Rinumar, donde se incluía cena (ya que tenía restaurante) y espectáculo; e incluso llegando a ser una 'Roller disco', una discoteca con bailarines con patines.

En los años 80 cambió de manos y de nombre, pasando a denominarse La Perindola, hasta que los hermanos Francia (Toño y Miguel) se hicieron con ella al concluir la concesión municipal del local que tenían en el parque de La Rosaleda junto a Roberto. «El nombre era una filosofía de entender el mundo de las copas. Era alegría incontenible, fue una revolución», recuerda Miguel. Era 1996 y ellos venían de tener locales míticos en el Cuadro, como Charlot, que data de los 70 de la mano de Carlos Alcalde; La Candelaria, Desván o Ascot. Cambiaron la decoración y abrieron como La Rosaleda, nombre que se mantuvo hasta 2009, en los últimos años de la mano solo de Toño. El 27 de agosto de ese 2009 abrió como Kerala, con, se contaba en esa fecha, cerca de 1.300 metros cuadrados de superficie, tres ambientes diferenciados y cuatro barras. En febrero de 2023, tras un par de meses cerrada, cambió de nuevo de manos (Diego Rodríguez y Alberto Fernández) y de nombre, pasando a Moss Club.

Imagen de una discoteca en Valladolid.Imagen de una discoteca en Valladolid. - Foto: Cacho / AyuntamientoTintín fue Tintín Duffy, Odiss... También data de los años 70, con el nombre de Pierrot. En 1980, Jesús Viejo y Paco Cobos se hicieron con ella y la renombraron como Odiss. «Éramos jóvenes y musiqueros, y había un grupo de moda, Odyssey, y de ahí lo sacamos». señala Jesús. Tuvieron la discoteca cinco años y triunfaron: «Habíamos hecho una pequeña reforma, abríamos todos los días, incluidos domingos por la mañana. Y hoy en día aún quedamos a comer una veintena de personas vinculadas a la discoteca».

En 1985 pasó a una sociedad con Perico de Francisco, Pepe de la Red y José Luis (La Comedia). «Ya estaba como ahora y lo llamamos Tintín Duffy», recuerda Perico, añadiendo que ese nombre venía de Stephen Tin Tin Duffy, vocalista de Duran Duran, y que apenas duró 2-3 años. El local lo mantuvieron así hasta un año antes de la pandemia. Ahora sigue como Tintín. 

De aquella época también son Cerebro (hoy Cientocero), que abrieron unos empresarios de Madrid; o La Cabina (que sigue con el mismo nombre). Anteriores Road (en Laguna), Zapping o Caifás, una de las más míticas, abierta en la calle San José de la mano de Sebito.

La última discoteca, con licencia como tal, en el centro fue 'Fundamental', hoy Asklepios, que data de 1984. «Tras cerrar el Landó en 1997, busqué otra sala y el Fundamental no estaba funcionando. Así que para allá que me fui poniendo un nombre con relación a Valladolid y a un equipo de fútbol que se llamaba así», explica su dueño, Chema Moreno, vocal de discotecas de la Asociación Hostelería Valladolid. Él recuerda que en los años 90, la capital tenía 21 discotecas y que Paladium era la más grande, situada en La Rubia; y que para ser consideradas como tal tienen que tener pista, ropero, aislamiento superior al de un bar musical, mangueras de presión… hoy son 8 en total.

De un par de años antes, de 1982, es Sheraton, la única que ha mantenido su nombre desde sus inicios. Se hizo famosa porque en 1986 allí se dieron a conocer los Celtas Cortos. La última que abrió en Valladolid como sala de fiestas es Porta Caeli.  Lo hizo en 1995, primero como local de copas y variedades. En 2007 empezaron a programar conciertos (unos 40 por temporada), montando y desmontando toda la infraestructura para ello. En septiembre de 2010 es cuando se procedió al cambio de socios y se reformó la sala. Ahora se hacen 130 conciertos por temporada.

Cincuenta años de discotecas, muchos nombres, miles de bailes, luces y música.