«Mi padre siempre me dice 'tú has nacido en una taza de café'». Rubén Garrido explica así que lleva toda la vida en el restaurante El Cardiel. Ahora junto a su hermana Mónica ya como la tercera generación de los Garrido al frente de un establecimiento ubicado en Viana de Cega y que siempre se ha caracterizado por la cocina y la comida tradicional, la casera, la cercana, la de toda la vida.
El restaurante abrió sus puertas en 1969 de la mano de los abuelos de Rubén y Mónica, Felipe, Pipe, Garrido y Rafaela García. Aunque ninguno de los dos se dedicaba entonces a la restauración, se fueron de Nueva Villa de las Altas Torres a Viana a montar un local que daba comidas a los trabajadores de la incipiente urbanización 'El Coto'. «El nombre viene del salto del agua que se conocen como el Cardiel en La Pedraja de Portillo, y luego porque en esta zona todo, una calle, una plaza... se llama así», explican.
Fueron los inicios, en los que Rafaela mandaba en los fogones y en los que El Cardiel ya era un restaurante familiar. Como pasaba en aquellos tiempos, con la vivienda encima del local. A los pocos años entró Rafa, el padre de Mónica y Rubén; y en 1979 lo hizo su madre, Toñi, que recuerda que dejó su trabajo en los Almacenes Regalado, «donde vendía pantalones», por la cocina de este establecimiento. Toñi aprendió de la mano de su suegra y de su propia experiencia, «con mucha prueba y error».
Hoy sigue al pie del cañón junto a su hija Mónica. Ambas cuentan en los fogones con la ayuda de Noelia. Allí se siguen preparando las viandas que a diario degustan, al 95%, clientes del Parque Tecnológico de Boecillo y los fines de semana familiares de la zona.
Rubén, que entró ya en 1998 a trabajar; y Mónica, que regresó a la 'casa' en 2012, vivían encima del bar, lo que les hacía estar en el restaurante nada más bajar las escaleras. Hace seis años se jubiló su padre y los dos dieron un paso al frente.
Desde entonces, han mantenido algunas cosas y cambiado otras. Sobre todo a raíz de la pandemia de la covid. Ahora solo abren de lunes a sábado para las comidas y los viernes para las cenas: «Aunque en verano también lo hacemos jueves y sábados por las noches».
Sus dos comedores y la zona de la barra les permite tener una capacidad para un centenar de comensales, además de poder hacer celebraciones, tipo comuniones o fiestas importantes, en las que preparan menús por encargo.
Aunque lo suyo ahora es el menú diario. Por 12 euros ofrecen tres primeros, con una ensalada, una pasta o hidratos y un guiso; y tres segundos, con un plato a la plancha, un guiso o un pescado. Los fines de semana aumentan la calidad y, con ello, el precio a los 25. «Tenemos carta, pero nos dedicamos más al menú», señalan.
Y ahí han sabido abrirse un nicho de mercado, con el servicio para llevar, que realizan ellos mismos todos los días. «Los domingos pienso el menú y lo publicamos en la web –que les funciona para las reservas–», señala Mónica. «Al día puedo llevar una treintena de menús al parque», añade Rubén.
Los guisos son uno de sus fuertes, comandados por Toñi y ahora rematados por Mónica, como las patatas con rabo y níscalos; la fabada; los garbanzos con gambones, aunque hay otros platos que siempre triunfan, como el pincho de lechazo o las gambas al ajillo, que han probado tres generaciones de vallisoletanos. Aunque si por algo se les conoce es por sus patatas conquistadoras, renombradas así hace unos años: «Son patatas a la importancia rellenas de jamón york». Que suelen acompañar de gambas, gulas, níscalos o almejas... «el complemento es sorpresa».
El Cardiel comenzó siendo solo un bar de comidas, se fue ampliando con comedores y llegó a acoger la administración de lotería –ahora mudada al Carrefour de Parquesol–, y un local de copas en la planta superior, con un escenario para conciertos y monólogos. Ahora han buscado «la sencillez» en las cosas y, sobre todo, la cocina tradicional casera.