Bastan los poco más de cinco minutos que dura el cortometraje Apagada para meterse en la piel de una persona que sufre a diario la violencia de género. Este trabajo, recientemente estrenado por el lagunero Guillermo Rojo, pone su foco en esta lacra, pero se centra en las personas que la sufren y, además, tienen algún tipo de discapacidad. Y lo hace a través de Sonia Cuesta, pareja del director e improvisada actriz, que se mete en la piel de una mujer con discapacidad auditiva (la que ella misma tiene), y que vive a caballo entre dos mundos: el que ella imagina, con una idílica relación de pareja, y la cruda realidad, en la que es maltratada por su pareja.
Una pequeña historia con muchos matices que hacen reflexionar al espectador sobre el consentimiento, la normalización de la violencia, el perdón y el aislamiento, entre otras cosas.
Se trata del primer trabajo de cierta entidad de Rojo, que no es profesional del sector, pero ya había hecho sus pinitos en el mundo audiovisual. «No tengo grandes medios, de modo que lo que imagino para rodar tiene que ser algo que luego se pueda hacer, por eso me valgo mucho de lo que tengo alrededor», explica.
El director está muy contento con la acogida que está teniendo este trabajo. «Hay personas de mi entorno que reconocen que les ha removido, incluso algunas de ellas han confesado que han pasado por procesos parecidos, y es algo que nadie sabía», explica.
El corto se rodó en Noáin (Navarra), el municipio donde reside el director de Laguna de Duero, a principios del pasado mes de octubre. Se hizo en un día y medio con un equipo formado por cinco personas para abordar el rodaje, la postproducción, el sonido, etcétera.
Aunque la violencia machista ha ganado muchos espacio mediático con el paso de los años, y más cuando se aproxima el día internacional para su eliminación, que se celebra este lunes, lo cierto es que poco se ha escrito y se ha hablado de la violencia de género en las personas con discapacidad. Un déficit de tratamiento que también animó a Rojo a aportar un poco de luz. «No hay mucho material sobre ello y me extraña, porque, si te paras a pensar, da la sensación de que estas personas, cuando viven estos episodios, tienen más dificultad para denunciar lo que les pasa o para pedir ayuda», opina.
El director se está centrando ahora en promocionar e intentar distribuir al máximo el trabajo que acaba de terminar, pero ya tiene en mente otro que, si todo va como está previsto, abordará una historia relacionada con el Alzheimer. «Estoy sobrepasado con la respuesta que ha tenido este trabajo, no me imaginaba que iba a tener esta repercusión», finaliza.