Es lamentable, pero ha vuelto a ocurrir: la reflexión sobre el futuro de algo importante y estructural como Muface, lejos de darse sosegadamente y con perspectiva, está teniendo lugar al límite y con un contenido fútil: el dinero. Como si éste fuera el único factor relevante para desenredar un embrollo tamaño king size. España nunca ha sido un país de debates: los damos tarde, los hacemos mal y la dialéctica suele versar sobre materias equivocadas.
Como digo, tan ostensible es el error de hablar sólo de dinero que el Ministerio acaba de pedir precio en lugar de ponerlo. Y, restringido el asunto a una mera licitación, privamos a la ciudadanía de lo sustancial. Primero habría que saber cómo de viable y en qué medida es oportuno seguir manteniendo un sistema dual creado hace cincuenta años por motivos que entonces tenían sentido pero cuya vigencia actual habría que revisar. Segundo, sería conveniente que quienes hacen bandera de lo público en contienda colérica, aclarasen qué motivos les llevan a defender la asistencia privada opcional para algunos, privilegio del que la mayoría carecen.
Y hablando de ellos: ¿qué pasaría si de repente el sistema público de salud tuviera que albergar a los cesantes de la mutualidad? El dato: en reciente informe, el Ministerio de Sanidad establece que el impacto en Castilla y León sería tener que atender un número de pacientes equivalente al 3,12% más, porcentaje que entre la población de más de 65 años asciende a un 4,19%, de entre las comunidades más tocadas por la cascada de nuevos atendidos.
Este asunto no se arregla con prisas, con manifestaciones, peroratas partidistas o lágrimas de cocodrilo: se solventa con comisiones de estudio profesionales, auditorias técnicas, buenas prácticas de gestión de la crisis y debates de mayorías donde no sólo los partidos o los gobiernos sino los usuarios de la sanidad y los cotizantes tengan algo que decir. Al fin y al cabo, el dinero que se gastará el gobierno es de todos nosotros. Y de los que vengan detrás, porque se acabará pagando con dinero prestado. No lo duden.