El pasado domingo, el VRAC Quesos Entrepinares se sobrepuso a un dramático partido para imponerse por la mínima al Recoletas Burgos y conquistar el título de la División de Honor. Una noticia que no lo es tanto, porque los de Diego Merino han 'malacostumbrado' a su afición a la excelencia.
Los vallisoletanos se han alzado con once de las últimas trece ligas. Tan solo fallaron en la temporada 2015-16, con un segundo puesto, y en la 2021-22, su único borrón, con un noveno puesto. En el resto de temporadas dominó con mano de hierro para sacar brillo a un ciclo histórico, cuyo final todavía está por ver. De hecho, los azulones serán el único equipo la próxima campaña que luchará por cuatro títulos: Liga, Copa, Supercopa y Copa Ibérica. Competiciones las últimas en las que no ha dominado con tanta contundencia, pero sí que ha conquistado con cierta frecuencia. Desde el año 2011, el VRAC ha ganado cuatro Copas del Rey, siete Supercopas de España y otras tantas Copas Ibéricas. Trece años de gloria con 29 títulos conquistados en las 49 competiciones en las que ha participado. A este palmarés hay que sumar otras dos ligas ganadas en 1999 y 2011, otras dos Copas del Rey en 1998 y 2010 y otra Supercopa de España en 2010.
¿Cuál es el secreto? Más allá del trabajo incansable, que se da por hecho, y de la calidad de la plantilla, la figura del entrenador, Diego Merino, ha sido clave en la transformación de un equipo que está haciendo historia. Este diplomado en Magisterio de Educación Física se hizo cargo de la primera plantilla en 2013, con solo 30 años, once después de haber debutado como jugador.
Una lesión en los ligamentos cruzados de la rodilla le apartó definitivamente de los terrenos de juego y el club le confió el puesto de entrenador del equipo de División de Honor. Probablemente por entonces ni se imaginaba que en los siguientes once años iba a levantar 26 títulos, con un triplete en su primer curso, para convertirse en la leyenda de los banquillos que hoy es.
Aparte de los éxitos deportivos, que convierten al VRAC en el único equipo que nunca ha descendido de categoría, el club también ha crecido considerablemente en el ámbito social, con un apoyo innegociable a la cantera. Y todo para honrar la memoria del grupo de estudiantes que en 1986 decidió fundar el Valladolid Rugby Asociación Club por su cuenta después de que el Colegio Lourdes dejará de financiarlos. El resto es historia.