Sobrevivir en los Andes

M. Rodríguez
-

Eduardo Strauch es uno de los 16 supervivientes del accidente de avión que el realizador José Antonio Bayona devolvió a la actualidad con su película La sociedad de la nieve. El uruguayo viaja ahora a Valladolid para presentar su libro autobiográfico

Sobreviviente de Los Andes dice que "La sociedad de la nieve" es una película muy real - Foto: Francisco Guasco

En 1972, un vuelo procedente de Uruguay se estrella en un glaciar en los Andes. Solo 29 de los 45 pasajeros sobreviven inicialmente al accidente, aunque finalmente únicamente pueden ser rescatados 16. Los supervivientes, atrapados en uno de los entornos más hostiles del planeta, a 4.000 metros de altura, se ven obligados a luchar en condiciones extremas por sus vidas durante 72 días. 
Esta es la sinopsis de la película 'La sociedad de la nieve', del realizador José Antonio Bayona, estrenada hace un año y que se ha convertido en una de las más taquilleras del cine español, pero es también la historia que vivió Eduardo Strauch. 

Este arquitecto y pintor uruguayo tenía 25 años cuando ocurrió el siniestro. Él viajaba junto a sus compañeros del equipo de rugby Old Christians Club en un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya, que por problemas técnicos se estrelló contra una de las montañas del macizo andino. 

Strauch inicia este mes una gira de conferencias por España, que le traerá a Valladolid (el 16 de diciembre a Teatro Carrión) y Burgos (12 de diciembre), para diseccionar estas viviendas de hace 50 años, que ya plasmó en 2012 en el libro autobiográfico 'Desde el silencio', que ahora se ha reeditado y está promocionando. «Por supuesto, no me gustaría volver a vivir jamás una experiencia como esta, pero a través del tiempo agradezco haberla vivido porque he ganado muchísimo para mi vida, para mejorarla», avanza. Entre las enseñanzas de su aventura épica por lograr volver a casa destaca la importancia del amor. «Si no hubiera sido por el amor que teníamos a nuestras familias, a nuestros seres queridos, no hubiéramos salido de allí. No hubiéramos tenido un motor, ni hubiéramos aguantado». Un amor que ahora extiende a la naturaleza, que en ese momento le ayudó mucho y que hace que hoy siga muy conectado a ella.

CHILE TRAGEDIA ANDES TESTIMONIOSCHILE TRAGEDIA ANDES TESTIMONIOS - Foto: Elvis González

Tabú

Una fuerza que reconoce esencial para haber superado el hambre, la sed y el frío en el glaciar durante más de dos meses. De hecho, la historia de Strauch y sus compañeros se hizo mundialmente famosa porque tuvieron que utilizar como alimento los cadáveres de la tripulación fallecida. «Obviamente, es una cosa muy impactante. Eso en los primeros tiempos era lo que más llamaba la atención. A lo largo de los años, por suerte, la gente se da cuenta de que es una historia riquísima y hay cosas mucho más interesante que el morbo de la antropofagia, que no canibalismo». Eso no es óbice para que subraye lo duro que fue vencer el tabú. «Es una cosa muy dura mentalmente, al principio, pero otra de las maravillas del ser humano es cómo nos adaptamos a todo. Y a los pocos días prácticamente era una cosa natural, y jamás tuve ningún remordimiento».

Strauch deja claro que hubo momentos más duros que dar el paso de alimentarse de cadáveres para sobrevivir. «Fue mucho más duro aguantar la sed al principio, cuando no podíamos hacer agua. Fue muy difícil adaptarse en segundo de la vida cómoda que llevábamos a estar en ese horror, a 4.000 metros de altura, muertos de frío, de hambre y rodeados de amigos muertos. Fue horrible estar minutos enterrado bajo un alud y sentir que ya estaba muerto».

Por eso, otro de los aprendizajes de su experiencia es el de exprimir al máximo la vida. «Hay que aprovechar cada minuto de la vida porque no sabemos cuando se puede terminar. Cuando eres joven te parece que eres eterno, pero no podemos desperdiciar un minuto de la vida».


Libro y charlas

En su libro y en sus charlas, que tienen un punto motivador, que no de autoayuda, también recuerda que hay que ser conscientes del potencial de los seres humanos. «No lo utilizamos hasta que no lo necesitamos, pero tenemos una maquinaria formidable, aunque hay saber usarla». En ese sentido, destaca que les ayudó ser jóvenes universitarios, con unos conocimientos básicos. «Nos ayudó para inventar y poder crear una sociedad sin nada más que nuestra imaginación y creatividad». 

De esa sociedad por la supervivencia, que Bayona bautizó como de la nieve, Strauch se trajo el silencio. «Hay que aprender y estar en silencio en esta sociedad que nos marea con tanto ruido».
Y para no olvidar nunca estas vivencias y experiencias ha vuelto veinte veces al lugar del siniestro, y volverá otras dos enero, después de su gira por España. «Es un lugar  muy importante, donde vivimos los momentos más impactantes en nuestras vidas y los más intensos de felicidad cuando nos rescataron, pero donde quedaron nuestros amigos muertos».