Las uvas empiezan a escasear en los supermercados, los precios de los corderos y langostinos siguen disparados como cohetes, las serpentinas y los matasuegras son cada vez más difíciles de encontrar en los chinos… Y los cotillones... parece misión imposible hallar acomodo en uno de los 'grandes' de la noche vallisoletana. Mientras en muchas ciudades siempre planea el timo del 'garrafón', esto es, que te den gato por liebre y te coloquen bebidas de muy baja calidad bajo la apariencia de primeras marcas, parece que en la capital esta forma de celebrar la Nochevieja está libre de sospecha pues, como señala Carlos Quintana, copropietario de Porta Caeli, "en Pucela la hosteleria es de nivel y cuidamos al cliente; es preferible ganar un poco menos y que vuelvan al siguiente año".
Desde luego solo así se explica que se hayan agotado casi todas las reservas en las grandes discotecas de la ciudad (al cierre de esta edición quedaban entradas para Porta Caeli y la parte de abajo de Moss, así como en Sheraton y Sala Golden) para esta Nochevieja. De este modo, Sala 20, por ejemplo, colocó el 'No hay billetes' en una semana. Con una entrada de 65 euros (85 para VIP, con mesa, asiento, botellas de alcohol y shisha), 400 jóvenes de entre 22 y 26 años verán amanecer el Nuevo Año con un buen chocolate. Diego Rodríguez, propietario de este local y del Molly Malone (donde hay una bonocopa de cuatro consumiciones por 30 euros), se 'moja' sobre la eterna polémica del 'garrafón': "Empecé en este negocio con 16 años y tengo 38. No ha habido ningún proveedor en todo este tiempo que me ofreciera alcohol de mala calidad. Nunca. Pero hay otros factores. En algunos bares te ponen primeras marcas, pero el sabor lo arruinan al ponerte hielos de mala calidad o cuando han limpiado los vasos con jabones muy baratos. ¡Y eso se nota!".
Quintana no ve tanto problema en los hielos o los lavavajillas, pero sí en los 'acompañamientos', en esos 'maridajes' con los refrescos: "Normalmente se dan con la copa botellines individuales de cristal de Coca Cola, tónica, naranja o limón. Lo que cambia el sabor de la copa es cuando estos refrescos se sirven de 'pets' de 1,5 litros en botellas de plástico, lo que conlleva un cambio de sabor, por plástico y pérdida de fuerza y burbujas". Eso decepciona al cliente, que puede perfectamente pensar que le están timando, cuando, en realidad, el whisky, la ginebra, el ron o el vodka son de primerísima calidad, pero…
Desconfiar de barras libres de menos de 30 euros.
Añade una anécdota muy buena: "En México, en algunos locales de barra libre, la leyenda es que para que consumas menos le echan éter a los hielos". Él, afortunadamente, no hace eso. Presume de que tiene lo mejor de lo mejor y que ha ajustado muchísimo el precio: 50 euros, incluyendo sorteos de merchandising y ropa, fiesta temática, pajitas de diferentes sabores y algo importante, ha reducido el aforo, pasando de 394, que es lo que cada fin de semana tiene, a 250. Por cierto, regala un consejo: "Hay que desconfiar de los cotillones de menos de 30 euros". Y es que las cuentas no salen. Debe quedar claro que son cotillones entendidos como barra libre. Así lo ve Agustín Torres, propietario de Sheraton: "Las grandes salas de Valladolid ofrecemos las primeras marcas. Otra cosa es que haya cotillones de barra libre de 30 o 25 euros para gente muy joven donde les ponen en vez de ron Brugal pues ron del Lidl, que cuesta cuatro euros".
Un cotillón que no por nuevo va a defraudar a nadie es el de Bellagio, con 350 participantes de entre 20 y 24 años, que han pagado entre 65 y 75 euros.Vuelve después de una década y lo hace en el Círculo de Recreo, en el antiguo casino. Bellagio también organiza, junto a Moss, otra fiesta en la parte de arriba de Moss. Todo está vendido (las reservas eran de 65 euros). En la parte de arriba de la mítica Moss, con una capacidad para mil personas, la empresa de eventos Recreo, que ha vuelto a llenar la fiesta del Museo de la Ciencia (650 personas con reservas de 65 euros), parece que tiene aún entradas sueltas a 70 euros. Recomiendan pasarse por el Instagram de Recreo... y cruzar los dedos.
Ligar a los 55.
En Sheraton, que cuesta 30 euros con reserva de mesa y 25 sin ella, hay plazas libres seguro, porque dejan para la misma Nochevieja un paquete de entradas. Se incluyen dos consumiciones, bolsa cotillón, canapés, dulces y chocolate al final de la noche, así como ropero. A diferencia de los cotillones citados, donde prima la juventud, los que acuden a esta sala de fiestas con música de los 80 y 90 suelen tener más de 55 años. "Y repiten", puntualiza Torres, que señala que "tras la pandemia, la gente suele tardar más en coger las entradas". "Es un cotillón tranquilo, sin abarrotar y con mucha diversión para los veteranos", añade, para rematar que la fama de que en su local se liga es cierta: "¡Claro que sí! ¡Y con estilo! ¡Cara a cara! ¡No como la juventud con los móviles!". Y se ríe.
Lo que pone el DNI se desploma en el caso de la Sala Golden, en Laguna de Duero. Ahí se cobran 25 euros por dos copas o tres refrescos junto al típico kit de cotillón, al que hay que sumarle animaciones de baile con sesiones de bachata, salsa y kizomba. Torres, su gerente, subraya que reducen mucho el aforo en ambos locales para que la gente esté más cómoda. Así se socializa más y... se liga.
A este respecto, Diego Rodríguez no puede evitar una reflexión sobre el arte de la seducción en los cotillones, algo que, por lo general, está sumamente complicado: "No son días propicios para ligar, la gente va solo a divertirse, en grupos". Nadie olvida la mítica figura de aquellos que van dando vueltas en círculos, como los buitres, y mirando a todos lados desesperados a eso de las cinco de la mañana. "¡Al menos se comen unos churros!", apostilla.