«Voy a intentar estar en Los Ángeles 2028. Lo veo factible»

M.B.
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La judoca vallisoletana Marta Arce no descarta estar en sus sextos Juegos Paralímpicos y aumentar su ya extenso palmarés, que acumula cuatro medallas

Marta Arce, en plena acción en los Juegos Paralímpicos de París. - Foto: Javier Etxezarreta

Marta Arce logró hace poco más de un mes su cuarta medalla en unos Juegos Paralímpicos. Pese a tener 47 años, asegura que el judo le sigue haciendo feliz y quiere alcanzar su sexta cita paralímpica en 2028.

¿Qué recuerdos le trae el 6 de septiembre de 2024?

Se me pone la piel de gallina. Fue el día perfecto, desde primera hora de la mañana.

Dijo que se encontraba mejor que en las últimas competiciones, con flow.

Eso es. Me encontraba súper bien. Pude hacer un buen entrenamiento y notar la sensación de tener fuerzas desde la mañana. Otras veces, empiezas a calentar y notas cansancio o falta de fuerzas. Ese día me notaba súper fuerte, enchufada...

Y la competición acabó con el bronce. Solo no pudo con la uzbeka...

Incluso diría que el combate con la uzbeka no fue mal. Era la primera del ranking mundial, no me había enfrentado a ella ni una vez y creo que le costó mucho ganarme. El Wazari que le dieron y luego le quitaron era de una acción mía y el primero es muy discutible. Podríamos haber llegado en tablas perfectamente a la técnica de oro. Se podía haber perdido igual, eh. Como dicen mis entrenadores, las gallinas que entran por las que salen con el tema arbitraje. Pero no la vi imposible ni difícil. Pensé, otro día puedo ganarla.

Y el bronce, visto y no visto, en 5 segundos. 

Fue un súper momento. Aunque a mí me generó un poco de confusión por ese punto del combate ante la uzbeka. Y como el árbitro empezó a discutir por el pinganillo, me empezó a preocupar...

Se la ve preguntar qué había pasado.

Sí. Le pregunto que quién ha ganado. Le digo, 'es mío, ¿no?'. 

Se le saltaron hasta las lágrimas.

Me pasé toda la competición llorando. 

¿De quién se acordó?

De todo y de todos. De todo el trabajo, de todo lo que hemos entrenado... Darío, Sonia, Marta... mi familia y mis hijos, que tras el primer combate pude abrazar a los dos pequeños. Fue una pasada porque nunca lo había vivido de esa manera: centrada, encontrándome bien y con tanta gente alrededor para compartirlo.

Cuarta medalla en su palmarés... 12 años después.

Han sido 12 años por el parón que hice y porque Tokio se complicó bastante. Entre la pandemia, que me rompí un brazo en el ciclo y al hacer la primera competición, me rompieron el cruzado. No cuento esos Juegos porque la primera competición que hice tras operarme de la rodilla, a los seis meses, iba con mucho miedo. Luego fui remontando, recuperando la confianza, porque llevaba dos lesiones en dos competiciones. Me costó volver a tener ese flow y acudir sin miedo. Me ha supuesto mucha terapia.

¿A qué le suena 2028?

Pues que lo veo factible.

¿Eso de retirada no la acaba de convencer?

En cuanto digo la palabra retirada me empiezan a entrar los siete males. Porque si me retiro... el día que pare, con la edad que tengo, se acabó.

Entonces, ¿va a intentar estar en Los Ángeles?

Voy a intentarlo, sí. He disfrutado muchísimo en este ciclo, quiero seguir acompañando a María Manzanero. Creo que mientras siga siendo divertido y no me duela todo, y lo está pasando bien, por qué no. Antes pensaba que lo tenía que dejar para hacer otra cosa, como cambiar de vida profesional. Pero yo soy de otra época, de cuándo no había las becas de ahora o no me las daban. He estado toda mi vida conciliando. Y no puedo retirarme de eso que me divierte cuando salgo de trabajar, no me apetece y en el tatami estoy feliz. 

¿De dónde saca la fuerza para seguir compitiendo? ¿De esa felicidad del deporte?

Es que es muy divertido. También influye el hecho de no haber hecho deporte durante los primeros 20 años de mi vida. Empecé a hacer algo con 16, pero muy poco. No tengo el desgaste de otros deportistas que empezaron de jóvenes. Y luego siempre he sido muy prudente.

Y con tres hijos. ¿Qué le dicen?

Lo tienen normalizado. Es lo que hace mamá, sin más. 

Fue abanderada de los Juegos en París, ¿cómo se vive ese momento de salir delante de todos los deportistas?

Fue súper divertido y lo disfruté mucho junto a Álvaro Varela. Nos organizamos para llevar la bandera. Es como ganar una medalla pero sin tener que 'dar' o 'recibir' una paliza (se ríe). Porque aquí he vivido de todo, desde ganar hasta perder en pocos segundos. Me gusta recalcar que Lucía (la brasileña ante la que ganó el bronce en París) es una súper judoca y competidora, y lo que le ha pasado a ella le puede pasar a cualquiera.

¿Qué le queda por hacer en el judo?

Quiero sacarme el sexto DAN y quiero ir a un Campeonato de España de katas y mejorar la posición de los últimos años, penúltimos. Voy con un compañero Javier Oñate, al que le arrastro a las competiciones. 

Por cierto, y saltar a un estadio de fútbol a que su ciudad la homenajee.

Los reconocimientos son muy guays. Me hizo mucha ilusión (y con mi nombre en braille). Porque aunque viva en Madrid, soy de Valladolid y lo tengo interiorizado. Y luego me casé con un pucelano. Y mi equipo es el Real Valladolid.