A Miguel Delibes no hay que presentarle y mucho menos en Valladolid. Desde su muerte, aquel triste 12 de marzo de 2010, han pasado ya más de catorce años sin que exista aún un lugar donde poder visitar una parte de su enorme legado. Tras muchos vaivenes políticos y sociales que han dificultado o retrasado la exposición de manuscritos, obras y documentos que nos acerquen a su figura literaria, familiar y personal, ahora parece que se acerca el momento de que sea realidad la añorada Casa Delibes, que situará al escritor vallisoletano a la altura de Zorrilla y Cervantes. Aunque aún quedarán unos meses, si nada se tuerce parece que ya existe un proyecto expositivo y está en marcha su implantación en varios espacios de la planta baja del Palacio de Butrón, situado en la céntrica plaza de las Brigidas.
Finalmente, la Consejería de Cultura de la Junta va a hacer posible un largo deseo de la familia Delibes y de toda la sociedad vallisoletana. Don Miguel fue y sigue siendo todo un referente en la provincia y en toda la Comunidad, aunque hasta ahora no existía un lugar donde conocer más a fondo su vida y obra. Ayuntamiento y Junta de Castilla y León han mantenido sus disputas en todos estos años, se han barajado varios edificios en la capital, pero nunca se ha llegado a concretar el lugar ni el presupuesto para ponerlo en marcha. La familia ahora está satisfecha con la solución encontrada y urge acondicionar el espacio expositivo y las estancias donde se recreará su casa para que los ciudadanos acudan a conocer algunos de los aspectos del escritor, más allá de su obra literaria, que ya prácticamente nadie desconoce. Además de su faceta de periodista o cazador, la difusión podrá ser integral y se darán a conocer su solidaridad, su empatía o su ecologismo, aspectos personales que indudablemente facilitarán un conocimiento integral de Miguel Delibes.
A pesar de ser un poco vergonzoso, especialmente para las instituciones, que hayan tenido que pasar catorce años (seguramente casi 15 cuando llegue la inauguración), los vallisoletanos siempre se han volcado con uno de los escritores más grandes, no solo de esta tierra sino de habla española. Su muerte provocó una enorme manifestación de dolor de ciudadanos de a pie que quisieron darle el último adiós en su capilla ardiente situada en el Ayuntamiento. Desde entonces, todos los actos y homenajes que han tenido lugar en la provincia han contado con el apoyo popular de hombres y mujeres, muchos de ellos del mundo rural, que consideran que Delibes ha sido quien mejor ha descrito y contado la vida en los pueblos y en las ciudades castellanas. Por eso es importante que el resto de las personas que nos visitan, tanto de otros puntos de la Comunidad como del resto de España e incluso del extranjero, puedan acercarse a su vida personal, a su cotidianidad, a su forma de escribir, a sus artículos de prensa o a sus cartas de contenido muy diverso. Habrá que esperar, no obstante, a que la Junta seleccione los documentos que expondrá en una sala de unos 100 metros cuadrados porque seguramente haya muchos que no caben en este espacio. Su legado es inmenso y dará posibilidad de cambiar de vez en cuando lo expuesto o realizar muestras temporales en otros lugares.
Estos reconocimientos que siempre le han mostrado sus vecinos aún continúan en la actualidad. Precisamente, en las últimas semanas ha saltado al debate público la propuesta del Partido Popular y del alcalde, Jesús Julio Carnero, para poner su nombre al aeropuerto de Valladolid, a pesar de que a Miguel Delibes no le gustaban nada los aviones. Como dice su hija en la entrevista concedida a El Día de Valladolid, los nietos hacen bromas sobre negociar con los familiares de Concha Velasco (cuyo nombre se pretende para la estación de trenes, según anunció el ministro de Transportes y exalcalde, Óscar Puente) para intercambiarse las infraestructuras. En fin, más allá de una broma y de que a él le encantaría ver su nombre en el estadio de fútbol, merece todos los esfuerzos y apoyo para difundir su vida y su obra entre todos los ciudadanos y eso, aparte de las administraciones, requiere el compromiso de toda la sociedad vallisoletana que no debe abandonar su legado, sino protegerlo y facilitar su conocimiento.